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Reki entró corriendo a la clase un segundo antes de que él maestro cerrara la puerta. No porque se le hubiera hecho tarde, sino porque lo había planeado de esa manera para evitar que su compañero del asiento de al lado intentara infructuosamente iniciar una conversación.

No le había mentido a Miya cuando dijo que le incomodaba, incluso se atrevería a asegurar que sufría de pequeños ataques de pánico, pero odiaba hacer sentir mal al chico extranjero, aún más porque él sabía lo mucho que dolía ser rechazado. Por eso a pesar de todo intentaba sonreírle y actuar como lo haría con cualquier otro de sus compañeros.

Había hablado de eso también con su madre y con el doctor Hinohara, este último le aconsejo hacerle caso a su sentir y mantener cierta distancia hasta que consiguiera la suficiente confianza o pensará estar listo para preguntar directamente por su antigua relación, si es que existía alguna.

Pero eso de estar preparado era algo que Reki consideraba no iba a pasar, porque el sentimiento en lugar de disminuir como paso con la desconfianza que sentía hacia Sakurayashiki-san y Nanjo-san, iba en aumento. Lo bueno era que estaban cursando su último año y después iría a la universidad. Una idea que lo tranquilizaba porque iba a comenzar de nuevo, nada de viejos conocidos, nadie olvidado que te mirara con reproche o anhelo.

—Kyan sempai —llamo una niña. Su cabello negro brillante le caía de manera hermosa sobre la espalda. —Oh, sé que no nos conocemos, pero el maestro Tanaka me envió a para confirmar su asistencia.

Reki soltó un gemido, no recordaba nada de eso, y su rostro debió cantar su confusión porque ella rápidamente agrego.

—Del taller de Artes. Prometió ayudarnos para la demostración frente al Miembro de la Junta Distrital —dijo para hacer un rápido resumen de lo sucedido hacia dos días, cuándo se anunció un corte de presupuesto a menos que demostraran tener un Da Vinci entre los miembros del club.

—Ah, sí, ya recuerdo, ahí estaré —respondió Reki rascándose la nuca y mostrando una sonrisa incomoda.

La verdad es que no creía tener la suficiente habilidad para convencer al Miembro de la junta, pero los del taller estaban casi aterrados de dibujar frente al hombre y ser los responsables de su negativa, y por lo tanto del cierre del club. Su nombre había salido gracias a que Haruna Makio, su amiga de la infancia y compañera de clase estaba en ese taller.

Por supuesto Makio no tuvo reparo en tomar una de sus libretas y mostrársela entre miles de alabanzas y elogios al profesor Tanaka, quien casi suplicó hiciera la demostración.

Reki acepto ayudar, porque en realidad no tenía nada mejor que hacer y porque Makio adoraba el taller.

Así que ahora debía pensar en que dibujar para el visitante.

Las horas pasaron volando y para horror de Reki estaba a nada tener que ponerse a dibujar frente a un completo desconocido que pensaba no solo juzgar su arte, sino que basado en eso decidiría si la escuela ameritaba el subsidio para el taller de Artes.

Las manos le temblaban y los nervios lo estaban comiendo vivo. Por eso acudió a la única persona que podía brindarle un poco de seguridad. Saco su teléfono y marcó.

—Miya...


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