𝑷𝒔𝒚𝒄𝒉𝒐𝒑𝒂𝒕𝒉𝒊𝒄 𝒍𝒐𝒗𝒆

27

No había podido salir de la habitación, y mi teléfono lo seguía teniendo Jamie, la última y única forma de salir de aquí es esperar a que el saliera de casa y así poder seguir intentando abrir la puerta.

Estaba recostada en la cama solo mirando el techo, estaba tan aburrida de dormir que ya ni tenía ganas de eso. Jamie entró a la habitación y abrió el armario buscando ropa para después cambiarse.

—¿A donde irás?—

—Iré a una fiesta, con Kevin y Tristan—

Me senté en la cama mirándolo

—Volveré tarde, pero espero verte aquí cuando regrese—

Jamie se acercó y beso mi frente, luego salió de la habitación y como las veces anteriores, cerró con llave. Me levante y me asome por la ventana, lo mire irse y espere unos minutos para verificar que no volviera.

Abrí el armario y saqué una maleta, ahí guarde toda la ropa que pude, en los bolsillos de un abrigo note que había algo guardado. Lo tomé y era un teléfono que tenía una post it pegada

“Usalo en caso de emergencia y llamame

—Sam”

Sonreí y encendí el teléfono, el único numero que había ahí era el de él, marque el número y espere a que respondiera.

—¿Sam? —

—¿Estas bien?—

—Necesito que vengas por mí—

—¿Que sucedió?—

—En el masetero que esta en la entrada hay una llave de repuesto, usala para entrar—

—Estoy llendo pero dime que estas bien—

—Sam, no tenemos tiempo, solo ven por mí—

Colgué la llamada y continue guardando la ropa. Me quedé mirando por la ventana esperando a que Jamie no llegara antes de tiempo.

Logre distinguir el auto de Sam estacionarse y a él salir del auto, luego vi ir hacia la entrada, fui hacia la puerta de la habitación y lo escuché entrar, aunque tardó un poco en subir.

—¿Christine?—

—Sam, abre la puerta, sacame de aquí—

—¿Que haces ahí dentro?—

—Jamie me encerró aquí, he estado días aquí sin poder salir—

—Iré a buscar la llave, espera—

Apoye mi cabeza en la puerta esperando a que Sam volviera, solo lo escuchaba ir de aquí para allá. Luego escuche que introducía la llave y abrió la puerta.

En cuanto abrió me abrazo y yo a él

—¿Estas bien? ¿Te hizo algo?—

—Estoy bien, vámonos de aquí—

Sam me ayudó con mi maleta y después salimos yendo al auto. Sentí que mi alma pudo respirar, mis lágrimas salieron de mis ojos. Aunque ninguna era de tristeza, más bien era porque finalmente era libre.