La casa del árbol

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—Sara, ¿has visto a Lena?

—Eh... La última vez que la vi estaba cerca de la casa del árbol, no sé si siga ahí.

—Gracias— caminó en busca de ella, y tal y como le había dicho Sara, ahí estaba.

—¿Huyendo de la fiesta?— dijo llamando la atención de Lena.

—No, no. Solo quise...

—Lamento haberte dejado sola, debiste sentirte incómoda.

—¿Crees que no puedo socializar?— fingió indignación la pelinegra.

—No quise decir eso, sino que...

—Solo bromeaba, Kara— ambas rieron.

—No sé si esto suene algo infantil, pero, ¿quieres subir? Sabes que siempre quise mostrártela— dijo Kara sin ninguna duda.

—No nos caeremos, verdad.

—Claro que no, pero si llega a suceder puedes utilizarme para amortiguar la caída.

—Bien, acepto— Kara no pudo evitar sonreír. —Pero tu sube primero.

—Como tu digas— y así hizo Kara subió a lo más alto del árbol y esperó por Lena.

La pelinegra se quitó los tacones que tenía y comenzó a subir aunque con algo de miedo. Cuando por fin estuvo arriba, libros y cuadernos de dibujos se encontraban apilados a un costado, cojines y sábanas del otro lado, varios dibujos de la superheroína favorita de Kara colgaban de las paredes junto a otros más. Lena miró fascinada el pequeño lugar, le encantaba. No pudo evitar mirar los dibujos que Kara había hecho cuando pequeña.

—¿Aun te encanta Supergirl?

—¿Qué? Claro que no.

—Me encantaba que hablaras de ella, si te dejaban podías hablar solo de Supergirl un día entero— dijo Lena volteando a ver a Kara.

—Eso ya no pasara. Solo era en ese entonces.

Le dieron paso al silencio, pero no era uno incómodo, al contrario. Se sentaron una al lado de la otra para mirar el cielo. Se sentían bien con la presencia de la otra y nada más sobraba. Las estrellas con cada segundo comenzaban a brillar más, la luna continuaba subiendo en lo más alto del cielo y los que antes gozaban de la fiesta empezaron a despedirse para volver a sus casas a descansar. Ellas seguían sumergidas en sus mentes.

—Nunca había deseado tanto quedarme en un lugar— el comentario de Lena llamó la atención de la rubia.

—Admito que cuando llegué, quería volver a Ciudad Nacional, porque tenía miedo a nuevas cosas. Toda mi vida estaba allá, mi escuela, mis amigos, todo. Pero, te conocí, y juro que nunca había visto a alguien tan insistente como tú— Kara rio.

—Juro que ya no soy igual de intensa o eso creo— dijo Kara ambas rieron. —Sabes que no tenía amigos, yo solo buscaba agradarte.

—Sí, y me agradaste demasiado, más de lo que tenía pensado. Fuiste una de las mejores cosas que pude disfrutar el tiempo que estuve aquí. Cuando me fui y volví a Ciudad Nacional, creí que todo seguiría igual, pero era una niña en ese entonces y no entendía muchas cosas. Pasaron dos años, y a los que llamaba amigos me abandonaron, las discusiones entre mis padres empeoraron, bajé mis calificaciones... en pocas palabras todo se volvió un caos. Mi madre me obligó a estudiar en el extranjero, por un momento creí que había sido la mejor opción. Pude alejarme de ese ambiente que me hacía mal. Conocí a un chico, estuvimos dos meses juntos, no pasamos más de eso porque él me estaba engañando con su ex desde que empezamos nuestra relación. Estuve nueve años viviendo con mi tío en Irlanda, fueron los años más tranquilos. Pero decidí volver a Ciudad Nacional. Apenas había llegado y de lo primero que me enteré fue que mis padres habían muerto en un accidente. Ya había tenido una vida de mierda y esa noticia jodió todo.

—Lamento todo por lo que pasaste estos años.

—Estoy bien. Son cosas del pasado, lo que me importa ahora es mi presente y mi futuro, claro. No tenía razón alguna de seguir ahí, no le encontraba sentido estar en un sitio donde nunca fui feliz. Entonces ahí fue cuando una niña risueña se apoderó de mi mente. Recordé este pueblo, que aunque no estuve mucho tiempo, pude sentirme en casa. También, recordé cuando me dijiste en una noche parecida a ésta, que me querías... y decidí volver— Kara se sonrojó. Lo recordaba como si hubiera sido ayer, sí lo había dicho, pero solo había sido un susurro. No sabía que la había escuchado.

—No recuerdo haberte dicho eso.

—No me lo dijiste directamente, pero si lo dijiste y lo mejor de todo es que pude escucharte, así que no puedes negar nada.

Un silbido las interrumpió, eran Barry y Ramón llamando su atención para despedirse a lo lejos. Las dos dijeron adiós con la mano y otra vez volvió el silencio.

—Oye, ¿a qué se refería con que te rompí el corazón?— preguntó recordando lo que había dicho Kal.

—Eh... no sé de qué hablas— Kara evadió la mirada de Lena.

—Oh, vamos. Ambas escuchamos lo que él dijo. No finjas que no escuchaste— Kara suspiró, no sabía que decir.

𝑳𝒖𝒏𝒆𝒔 | 𝑆𝑢𝑝𝑒𝑟𝑐𝑜𝑟𝑝 𝐴𝑈Donde viven las historias. Descúbrelo ahora