Siempre te protegeré

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Cada día que pasaba, la amistad de esas dos niñas iba creciendo. Ya a la tercera semana de conocerse y ya eran inseparables. Como uña y carne. Se veían de lunes a viernes en casa de Lillian para tomar clases, para jugar o pasar el día juntas. Los fines de semana eran los únicos días que no se veían, porque pasaban el día con sus padres. Para Lena eran los únicos días en que podía pasar tiempo con su padre, porque eran los únicos días que se encontraba en casa. Lionel siempre se despertaba a las seis de la mañana, tomaba su taza de café matutina y se iba. Para cuando regresaba, ya Lena estaba durmiendo.

Pero no fue hasta que llegó domingo en la noche que las cosas se salieron de control. Lionel había llegado borracho y comenzó a discutir con Lillian. Lena había presenciado este tipo de escenas ya varias veces y siempre salía huyendo, porque odiaba escucharlos gritarse. Es la segunda vez que discuten desde que llegaron, la primera vez no salió de la casa porque Lionel se había ido antes de que ella lo hiciera.

Desde su habitación miró por la ventana y vio las luces de la casa frente a la suya, encendidas. Ya había memorizado la hora en que Kara se iba a dormir. Mientras que sus padres discutían, ella iría a casa de Kara. Se colocó sus zapatillas y como siempre hacía, evitó pasar cerca de donde estaban sus padres. Salió por la puerta trasera y avanzó hacia la casa de Kara. Dio dos pequeños golpes a la puerta esperando que Kara abriera la puerta.

—¿Lena? ¿Qué haces aquí?— Alura fue la que atendió.

—Lo siento, señora Alura. Mis padres están discutiendo y no quiero estar allí, creí que...

—Cariño, no te preocupes, todo estará bien. Sabes que ésta es tu casa también, vamos pasa. Kara está en su cuarto. Al rato les llevaré un poco de chocolate caliente— le agradeció antes de comenzar a subir las escaleras.

Cuando entró a la habitación vio a Kara recostada en la cama con las manos cruzadas sobre su estómago pensando en algo.

—Hola— en cuánto habló, Kara se levantó rápidamente.

—Lena, hola. Me alegra que estés aquí. Estaba pensando en que haríamos mañana, aunque aún no tengo idea de que podríamos hacer, pero ahora que estás aquí podemos hablar de eso— Lena sonrió de lado y se sentó a su lado.

Kara la vio y notó que no había ni una pizca de alegría en su rostro, así que le preguntó si todo estaba bien, pero Lena solo guardó silencio. Kara se resignó a jugar con sus manos, pensando en que había dicho o hecho mal. Estuvieron así unos minutos hasta que Lena por fin habló.

—Son mis padres. Otra vez están discutiendo— Kara no dijo nada, solo la escuchó. —Pensé que al mudarnos aquí se acabarían las peleas, y que por fin podríamos ser una familia normal, pero no es así. Solo quiero que dejen de hacerlo, ellos no ven que también me lastiman— Kara la abrazó fuerte.

Le encantaba estar con Lena, amaba hacerla sonreír. Pero desde que vio esa lágrima caer por su pálida mejilla, algo dentro de ella se puso en alerta y enseguida quiso protegerla de todo el mal que la rodeaba.

—No dejaré que te hagan daño, Lena. Siempre te protegeré.

Alura ya había preparado el chocolate y subió para llevarles las tazas a las niñas. Entró a la habitación con dos tazas de chocolate caliente, Kara y Lena estaban acostadas en la cama mirando hacia el techo.

—Mamá, ¿podemos salir?

—Kara, es demasiado tarde para estar en la calle...

—No, solo es para ver las estrellas.

—Bueno, está bien, pero solo un rato.

—Gracias.

—Gracias, señora Alura— dijo Lena aceptando la taza de chocolate caliente. Mientras terminaban su chocolate hablaron un poco de lo que harían el dia siguiente.

—Bien, yo estaré en la sala terminando mi crucigrama. Si quieren más chocolate díganme aún queda un poco— las niñas salieron de la casa, Kara había traído consigo una manta para colocarla en el suelo.

—Es bonito— comentó Lena ya acostada.

—Sí, siempre las veía con Kal en la casa del árbol en la granja... Oh, no. No te enseñé la casa del árbol— se regañó mentalmente, por no haberle mostrado uno de sus lugares favoritos. Lena rio por las muecas que comenzó a hacer la rubia.

—Está bien, entiendo que no quisieras enseñármela.

—No, no, no, enserio quería enseñártela. Quería que fuera una sorpresa, pero es que la pasamos tan bien ese día que se me olvidó. Soy muy tonta, prometo mostrártela la próxima vez que vayamos.

Lena sonrió a causa de la insistencia de Kara por mostrarle la casa en el árbol, pero había otra razón detrás de esa sonrisa.

𝑳𝒖𝒏𝒆𝒔 | 𝑆𝑢𝑝𝑒𝑟𝑐𝑜𝑟𝑝 𝐴𝑈Donde viven las historias. Descúbrelo ahora