De vuelta a Midvale

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15 años después

Mañana Kal volvería a Midvale y Kara estaba preparando una fiesta sorpresa para su regreso. Todo se llevaría a cabo en la granja de sus padres. Necesitaban mucho espacio, casi la mitad del pueblo estaría ahí para darle la bienvenida.

—Chicos, un poco más arriba. Bien, ahora un poco a la izquierda, no, mi izquierda. Ahí está bien, perfecto.

Barry y Ramón eran parte del grupo que la ayudaba. Estaban poniendo un cartel que decía, Bienvenido a casa, Kal. Mientras que Kara les hablaba desde abajo para que lo colocaran exactamente donde quería.

—Kara, ¿me ayudas con las mesas?— preguntó Sara. —Oliver tuvo que irse.

—Claro voy enseguida.

Ya casi todo estaba listo para mañana, solo movían cosas de aquí para allá dando los últimos toques. Cuando todos terminaron, volvieron a casa.

—Mamá, ya volví. Terminamos todo. Ya quiero ver la cara de Kal cuando llegue— escuchó voces venir de la sala. Una de ellas era su madre, pero la otra no la logró reconocer, así que se acercó a ver.

—Oh, Kara. No te escuchamos llegar— su madre fue la primera en hablar.

—No sabía que tendrías visita— fijó su mirada en la mujer que aún estaba sentada de espaldas frente a ella.

—Iré a servirme un poco...— de seguro era una amiga de su madre así que prefirió dejarlas solas.

—Yo iré cariño, ven y siéntate. Ustedes tienen mucho de qué hablar— Kara estaba confundida, y su madre llevaba una sonrisa cómplice, no sabía de lo que hablaba.

Cuando su madre se perdió en la cocina, ella caminó lentamente hasta el sillón que antes estaba sentada su madre. Ya por fin teniendo visión de la misteriosa mujer. Al verla la inspeccionó, era joven, casi podría decir que tenía su misma edad y era sumamente atractiva. Por un momento cruzaron miradas, en cuanto vio sus ojos, su corazón se aceleró, pero no sabía el porqué. La mujer frente a ella llevó la taza de café a sus labios para dar un sorbo y volver a dejar la taza sobre la mesa.

—¿Ves algo que te interese?— la mujer habló sin pena alguna, mientras se acomodaba mejor en el sillón.

—Lo siento— Kara no pudo evitar sonrojarse y bajó la cabeza avergonzada.

—Sigues igual, Kara.

—Disculpe, pero... ¿la conozco?— la escuchó reír. ¿Acaso había dicho algo gracioso?

—Creí que me reconocerías cuando me vieras.

No entendía nada de lo que estaba diciendo. Le parecía familiar, pero no recordaba donde la había visto antes.

—Soy la nueva vecina, aunque ya lo había sido antes... años atrás. ¿De verdad, no me recuerdas?

En ese momento su cabeza hizo clic. Los recuerdos de su infancia vagaron por su mente, habían sido los mejores días de su vida y los atesoraba muy cerca de su corazón.

—¿Lena? Enserio... ¿eres tú?

—La única e irreemplazable.

Estaba más que sorprendida, Lena estaba muy cambiada, estaba más bella que la última vez que la vio. A comparación de la niña que alguna vez fue, ahora era una mujer madura. Si se la hubiera encontrado en la calle no la hubiera reconocido. Cuando le mostró esa perfecta sonrisa sabía en definitiva que era ella, nunca podría olvidar esa sonrisa que había memorizado desde hace tantos años atrás. Se levantó para abrazarla. Las esperanzas de volverla a ver habían desaparecido hace quince años atrás, y dejó de aferrarse hace tiempo a ese sueño. Pero ahora estaba de vuelta, la tenía frente a ella, otra vez.

—Dios, no puedo creer que enserio seas tú. Ha pasado tanto— volvió a abrazarla.

—Sí, demasiado.

—Quiero hacerte tantas preguntas que... no sé por dónde comenzar.

—Yo también, pero solo vine a saludarlas, aún debo desempacar y todo eso.

—Puedo ayudarte, no tengo nada que hacer— dijo Kara sin más.

—¿Segura?

—Sí, claro.

Alura entró a la sala, había estado escuchando la conversación desde que las dejó solas. Pero recibió una llamada de Barry diciéndole que aún faltaban de comprar las cervezas. Las chicas casi a punto de irse, Alura las detuvo.

—Lamento destruir sus planes, chicas. Pero Kara, a Barry se le olvidó comprar las cervezas, crees poder ir a comprarlas.

—Mamá, yo...

—Tranquila, podemos hablar en otro momento. ¿Te parece si nos reunimos mañana?— sugirió Lena.

—Lo siento, es que mañana viene Kal, mi primo, no sé si lo recuerdas. Tenemos planeado hacerle una fiesta. ¡Deberías venir! Así tendremos tiempo para hablar. Será en la granja de sus padres.

—Bien, supongo que nos veremos ahí entonces— contestó Lena con otra sonrisa, se acercó a Kara de nuevo para darle un último abrazo.

—Te extrañé mucho, Kara— susurró sobre el oído de Kara, produciendo un escalofrío en ella.

—Yo igual, Lena.

Las dos mujeres al salir de la casa tomaron caminos distintos, no antes de darse una última sonrisa. Kara estaba sumamente feliz, no sabía cuánto la había extrañado hasta que la volvió a ver. Su corazón no dejaba de saltar como loco y ansiaba con que llegara mañana pronto.

𝑳𝒖𝒏𝒆𝒔 | 𝑆𝑢𝑝𝑒𝑟𝑐𝑜𝑟𝑝 𝐴𝑈Donde viven las historias. Descúbrelo ahora