Helados

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—Kara, es hora de levantarte. Hoy comienzan tus clases.

—Por favor mami, un rato más.

—Vamos, tal vez Lena venga más tarde a jugar. Solo si te levantas.

—¿De verdad?— la niña se levantó en un abrir y cerrar de ojos, preguntando esperanzada.

—Solo si te levantas y te vas a bañar.

—Okay— Kara tiró a un lado la sábana y corrió hacia el baño.

—Y recuerda recoger la cama— gritó Alura bajando las escaleras.

—Sí, mamá— contestó la niña para luego seguir tarareando una canción al azar.

En la cena de bienvenida que Alura había preparado para los Luthor, Lillian mencionó que había sido maestra hace un par de años atrás y que por el momento le daba clases a Lena hasta que encontrarán la mejor escuela para que estudiara. Alura también mencionó que Kara estaba estudiando en casa, solo que no tenía un tutor. Lillian enseguida se ofreció en ayudar a Kara con sus clases. Habían acordado que las clases serían en casa de Lillian, después del mediodía y Kara ya iba tarde.

—Trajiste tu libro de...

—Sí, mamá. Aquí lo tengo— mostró el cuaderno de matemáticas que aguantaba por debajo de su brazo.

—Bien, aprovecharé para ir al supermercado. Compórtate, Kara— Alura tocó la puerta. Al abrirse, dejó ver a la pequeña Lena.

—Hola, Lena, ¿está tu mamá?— preguntó Alura asomándose desde el porche de la puerta.

—Sí, está en la cocina— Lena jaló a Kara del brazo hacia dentro de la casa. —Hasta luego, señora Alura— dijo y cerró la puerta.

—Lena, ¿que fue ese ruido? Oh, Kara ya llegaste, ¿tu madre ya se fue?— Lillian preguntó saliendo de la cocina.

—Sí mamá, la señora Alura se fue— cogió de la mano a Kara y juntas corrieron hasta la sala para jugar un rato.

Después de unos minutos, Lillian comenzó con las clases. Empezó con lo más básico para saber cuánto Kara sabía y lo último que había trabajado con su anterior tutor. Casi cuatro horas de estudio y las niñas quedaron exhaustas. Las dos se acostaron en el suelo a descansar un poco.

—¿Tu mamá siempre es así? ¿Te da muchos trabajos?

—Sí, lo hace porque quiere que sea una mujer inteligente y que en el futuro no dependa de nadie.

—Mmm...— las dos se quedaron en silencio por unos segundos.

—¿Quieres un helado? Midvale es reconocido por su delicioso helado y deberías probarlo. Hablaré con mi mamá para que nos lleve, si quieres ir.

—Debo ver que eso sea cierto— Lena sonrió.

Kara nunca había visto una sonrisa tan hermosa como la de ella. Estaba segura de que la invitaría más seguido por un helado solo para verla sonreír de esa forma. Había visto mucha gente sonreírle de vuelta, pero ver a Lena hacerlo, era cosa de otro mundo.

—Iré a decirle a mamá— la pelinegra se levantó para ir donde su madre a contarle.

Unos días atrás la había escuchado decir que no sería su amiga, al menos estaba en plan de no serlo. Pero ahora se estaban hablando como si siempre hubieran sido amigas. Además de que comenzaron a compartir clases en casa de la señora Lillian, ahora irían por un helado. A Kara se le estaba cumpliendo uno de sus sueños, tener una amiga. Que además era su vecina y eso era lo mejor. Podía pasar el tiempo que quisiera con ella.

[...]

—Está muy bueno— Lena lamió el cono de helado.

—Son tres tipos de chocolate y elegiste el mejor de ellos. El de fresa también sabe muy rico. Mamá, ¿mañana podemos venir por más helado?

—No lo sé, Kara. Sabes que mañana debemos ir a la granja de tus tíos— Kara se entristeció por eso, pero rápido se le ocurrió una idea y comenzó a dar saltos.

—¡Mamá, mamá! ¿Lena puede venir con nosotras?

—Conmigo no hay problema, pero no te emociones que aún no le hemos preguntado a sus padres para ver si están de acuerdo. Ahora suban al coche, debemos volver a casa.

Durante el camino Kara le contó a Lena de lo grande que era el granero de sus tíos, de las muchas gallinas que había y de los hermosos caballos que parecían sacados de un libro. También de lo que ella siempre hacía cada vez que iba con su madre cada viernes.

—Kara, ¿a dónde vas?— preguntó Alura en cuanto vio a Kara a punto de cruzar la calle.

—A preguntarle a la mamá de Lena si puede dejarla venir con nosotras mañana.

—Oye, eso lo haré yo, ahora sube a ducharte.

—Pero yo...

—Ningún, pero. A la ducha.

Kara hizo un puchero, queriendo hacer cambiar de opinión a su madre, pero no lo logró. Alura señaló la puerta de la casa para que entrara de una vez.

—Adiós Lena, nos vemos mañana.

—Adiós— la había visto sonreír de nuevo. No se cansaría de verla sonreír así de esa forma.

Kara corrió hasta su habitación y movió las cortinas para observar a su madre y a Lena cruzar la calle. Estaba más que segura de que la dejarían ir. Su madre tocó la puerta tres veces y Lillian abrió. Kara no era experta leyendo labios, pero sabía que Lillian había dicho que sí, porque la vio asentir varias veces. Quería brincar, bailar por la emoción, había dicho que sí. Pasaría casi todo el día con Lena, y más que contenta no podía estar. Cuando vio a su madre cruzar la calle, cerró las cortinas, buscó en su armario ropa para ponerse y corrió lo más rápido que pudo hacia el baño. Antes de que su madre entrara a la casa.

𝑳𝒖𝒏𝒆𝒔 | 𝑆𝑢𝑝𝑒𝑟𝑐𝑜𝑟𝑝 𝐴𝑈Donde viven las historias. Descúbrelo ahora