Capítulo 13: The Arms of Hanging Men

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"Puedes reunirte con nosotros en casa," dice su mamá una vez que Rosé recupera su mochila. "Traeremos a Alice más tarde."

"¿No tienen que volver al trabajo?" pregunta Rosé.

"No, Rosé," dice su papá con tristeza. "Hoy no."

***

Las manos de Rosé tiemblan en el volante. Se abre camino a través de Garden District, sobre el asfalto negro húmedo por el agua de lluvia y bajo los árboles altos y frondosos que se extienden sobre las calles, con las ramas torcidas hacia los lados como los brazos de hombres colgados. Le duelen las muñecas por haber agarrado la silla en la oficina de la señora Chenevert durante tanto tiempo. El cuello de la camisa de su uniforme le roza el cuello, asfixiándola.

Los autos de sus padres están en la cochera. Rosé aparca en la calle vacía y mira por las ventanas delanteras de su casa. Puede imaginarse a sus padres adentro, la cabeza de su padre entre sus manos mientras se inclina sobre la mesa de la cocina, su madre fregando los platos sucios mientras lágrimas furiosas recorren sus mejillas.

La garganta de Rosé arde con una emoción espesa y caliente. Deja caer las manos del volante, pero aún le tiemblan en el regazo. Mira a través del parabrisas hacia los altos robles que protegen la calle de su vecindario, y no quiere nada más que subirse a ellos y esconderse debajo de sus hojas.

***

Encuentra a sus padres parados en lados opuestos de la cocina, ambos en silencio mientras ella entra a la habitación. Su padre se apoya contra la estufa y se limpia las manos con un paño de cocina. Su madre está de pie junto a la ventana de la cocina, mirando hacia el porche trasero.

Rosé deja caer su mochila al suelo y espera.

Pasa un largo minuto. El padre de Rosé deja caer el paño de cocina sobre las placas de la estufa, luego lo vuelve a levantar y se limpia la palma de la mano izquierda, luego la derecha, de un lado a otro, de un lado a otro. La madre de Rosé se queda tan quieta como un ciervo, por lo que Rosé se pregunta si se dio cuenta de que entró en la casa.

Pero entonces su mamá habla.

"Debiste haber hablado con nosotros."

"No sabía cómo."

"¿Pero sí sabías cómo enviarle un correo a tu maestra al respecto mientras estabas borracha?"

"No estaba pensando," dice Rosé, con voz temblorosa. "No sabía qué hacer. No sabía si tú y papá estarían enojados conmigo..."

"Bueno, parece que te las arreglaste para evitar eso, ¿eh?"

"Mamá, lo siento-"

"Ahora nos estamos enterando al mismo tiempo que toda la escuela y la comunidad de la iglesia," dice su madre con voz espesa. Se da la vuelta y cruza los brazos sobre el pecho. Su labio tiembla. "No hay tiempo para procesar, no hay tiempo para descubrir cómo defenderte..."

"¡No tienen que defenderme! ¡Estoy bien!"

"¡No seas tan ingenua, Rosé! Si crees que la gente no va a hablar de esto, si crees que la gente no te va a tratar de manera diferente-"

"¡Déjalos! ¡No me importa! ¡Me importa una mierda lo que alguien piense de mí!"

"¡BUENO A NOSOTROS SÍ NOS IMPORTA!" grita su mamá, golpeando su mano contra el mostrador. "¡A nosotros sí! Eres nuestra hija, eres nuestra hija y te amamos, te amamos desde el día que supimos que íbamos a tenerte, ¡y no queremos que te traten injustamente! ¡No queremos que seas discriminada, avergonzada y odiada! ¡No queremos volver a ver que te traten de la forma en la que lo hicieron hoy en esa oficina!"

Su nombre en el cielo《Chaennie》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora