El hallazgo de un cuerpo sin vida desata el terror en Seúl a mitad del día del niño. La nota incrustada en su pecho revela al único culpable del horrible acto: el amor.
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04:45 p.m. Lotte World Adventure 1F
—Segunda llamada. —El aviso a través del altavoz me obligó a abrir los ojos—. Repito. Segunda llamada.
El cambio de perspectiva me aturdió por unos segundos. Las deslumbrantes esencias en la oscuridad habían sido reemplazadas por la luz de la tarde posándose sobre la multitud. Las piedras preciosas habían desaparecido de mi visión para ocultarse en el pecho de las personas.
Y así, la gema de color amarillo se perdió nuevamente entre el gentío.
—Qué grosero. Ni siquiera se disculpó —se quejó la mujer mientras pasaba a mi lado—. Yejun y Jiho, cuando golpean a alguien, deben pedir perdón.
Las últimas palabras de la señora fueron ignoradas por mi cerebro. La prioridad en ese momento era encontrar al hombre que portaba una sudadera negra, precisamente el que me había pegado en el hombro, a fin de acercarme al otro sujeto que escondía una esencia.
Suprimí el mareo que repentinamente me atacaba y busqué con desesperación el atuendo que había memorizado. La enorme cantidad de ropa colorida fue decisiva para que distinguiera con facilidad las oscuras prendas del individuo.
Sin embargo, un escalofrío recorrió mi cuerpo al percatarme de la ruta que aparentemente ambos sujetos estaban siguiendo. Una de las salidas del parque de atracciones quedaba en esa misma dirección. Y aunque existía la posibilidad de que ese no fuera su destino final, me aterraba la idea de ser incapaz de determinar su paradero en el futuro.
—¿Estás bien? —preguntó Youngji en cuanto llegó a mi lado.
—Llama a seguridad, por favor —pedí con la mirada fijada en la única persona que había identificado.
—¿Lo reportarás por golpearte? —inquirió la pelinegra mientras intentaba revisar mi brazo—. Fue demasiado violento y podría lastimar a algún niño, pero no creo que sea buena idea llevarlo a ese extre-
—Habla a seguridad y envíalos a la salida —le interrumpí, encontrándome con sus ojos—. Puedes dar mi nombre, con eso es suficiente. Explicaré todo después.
El silencio de mi amiga permitió que la queja de Haechan alcanzara mis oídos. Sin pronunciar otra palabra, el delicado tacto de Youngji se desvaneció en el momento en que mis piernas comenzaron a correr en dirección a los dos sospechosos.
No obstante, la velocidad inicial con la que me desplacé tuvo que ser reducida. Avancé cuidadosamente, sin perder al objetivo, y esquivé las familias que caminaban en sentido contrario, así como las carriolas que empezaban a acumularse debido a la obra que pronto iniciaría.
La distancia era de menos de cien metros, pero al estar a mitad del trayecto, divisé la intersección que tanto temía. La ruta se dividía en tres posibles opciones: la salida a la derecha, el carrusel al continuar recto o las demás atracciones a la izquierda.