Capítulo ocho.

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Por la mañana Brooks hizo el desayuno, algo que en su verdadera época nunca jamás hubiera imaginado tener que cocinar como obligación a un hombre, más que a su padre.

Eran cosas que había tenido que adaptarse, a esta nueva época para ella.

—Huele delicioso —Steve apareció por el umbral de la puerta haciendo que ella sonriera y sirviera la comida en un par de platos.

—Bueno, el tren se va en dos horas así que tengo que despedirme de ti de una buena forma —ella puso un plato frente a él y uno para ella—, trae la limonada.

Cómo había dicho ya, Brooklyn no era de hacerle servicios de ese tipo a los hombres.

Desayunaron un tanto nostálgicos recordando el año pasado cuando eran amigos, aunque ahora no sabían que más eran después de los besos de anoche.

—¡Por cierto, tengo algo para ti! —Steve saltó de su asiento lleno de entusiasmo y camino por toda su sala desesperado buscando una caja roja hasta que la encontró escondido en las aberturas de los sillones—, el año pasado te había comprado algo para ti pero nos distanciamos... ya sabes —comentó nervioso mientras deslizaba la caja por la madera de la mesa hasta dónde ella estaba.

Curiosa y feliz, la castaña tomó la caja entre sus manos, dando un recorrido de miradas entre el artefacto y Steve.

—¡Es precioso! —sus ojos se abrieron con sorpresa viendo el collar que había dentro de la caja.

Era tan simple como bonito y lo que más destacaba es que su nombre estaba escrito en el. "Brooklyn" estaba escrito en plata y eso era algo que admirar, pues sabía que un regalo así en estos tiempos era algo importante y valioso.

—Muchas gracias, Steve —sonrio grande mientras lo sacaba de la caja.

Steve se acercó a ella y se puso detrás, con sus manos temblorosas agarro el collar y lo puso en la chica. Ella, igual de nerviosa que él, llevo sus cabellos aun lado para darle el paso de asegurarlo. En el transcurso, ella sintió sus manos frías tocarle la piel haciendo que mordiera sus labios evitando un suspiro incómodo ante la excitación del momento.

Y es que Brooklyn no sabía cómo decirle que realmente ella ya no era una "virgen", pues en su época ella era toda una amante a la cual desear. Pero se imaginaba que si le decía, podría ocasionar muchos problemas que no deseaba explicar. Tendría que seguir mintiendo.

Por último, Steve la miraba feliz de ver que alguien lo quería cuando era un simple chico de Brooklyn lo cual era irónico, porque ahora su segunda cosa favorita también se llamaba así y se sentía suyo.

Por primera vez se sentía perteneciente a alguien.

Horas mas tarde, ambos jóvenes estan la estación de tren que debía zarpar en unos cuantos minutos a New Jersey.

—Cuidate mucho, Steve —lo abrazó con fuerza, deseando que no se fuera.

—Eso debería de decírtelo a ti —rio mientras acariciaba su cabello castaño.

—Te veré dentro de poco, Howard está haciendo un par de cosas con ellos así que estoy segura que te veré en algún momento.

Ambos se separaran, esta vez no deseando que los minutos pasaran, pero la desilusión llego cuando el encargado del tren dió el último aviso así que ella bajo la cabeza.

—No es un adiós, linda.

—Lo sé.

—Volvere por ti, siempre volveré por ti ¿Entiendes? —besó su frente sintiendo su corazón hacerce pequeño al ver sus ojos cristalinos.

Another era girl - Steve Rogers/Capitán América Donde viven las historias. Descúbrelo ahora