Eras una chica de 14 años que tenía una vida no tan feliz. Decides hacer algo que tenías planeado desde hace un par de años con alguien, tu hermana gemela, y eso te llevo a la muerte, pero la vida decide darte una segunda oportunidad, recarnando en...
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Bueno, como era esperarse, tu padre hacía negocios y a veces iba a fiestas, esta vez te tocó ir a uno de los muchos que ibas a estar en esta vida de otro país.
Ya era tarde noche, estabas en tu cuarto con tu hermana siendo vestidas por Mary, pues tenían esa reunión social. Tú claro que no querias ir, "¿para qué?" pensabas, ya que no es que te interesara el estatus social o algo por el estilo, solo ibas por tu padre que siempre te rogaba ir porque pensaba que podrías conocer a más personas.
Odiabas ir ya que solo se trataba de bailar y platicar si es que tenías a alguien para hacerlo.
En fin, fuiste a aquella fiesta pero no esperabas lo que después de esa fiesta, tu vida iba a cambiar para siempre.
Al llegar viste a puras personas ricas y con falsas sonrisas y te causaba mareos estar con mucha gente, te hacía recordar eventos de tu vida pasada que detestabas.
- Papá... Creo que fue mala idea venir. - Dijiste sintiendo náuseas y dolor de cabeza.
Tu papá al verte de ese estado, se preocupó y te llevó a brazos con tu hermana a lado hacia un lugar para tomar aire fresco.
Unos minutos después, llegó un amigo de su padre, el anfitrión de la fiesta. - ¡Henry! Amigo, pensé que no habías llegado, ¿quien diría que estarías aquí? -
- Albert, perdón, mi hija se está sintiendo un poco mal y vinimos por un poco de aire fresco. Que bueno verte por aquí. -
Bien, mientras ellos hablaban y tu estabas con ganas de matarte, en otro lado de aquella fiesta, se encontraba una mujer con un niño con la edad de 13 años. Parecía inquietada y molesta pues estaba buscando un marido lo más rápido posible.
- Mamá... Ya me quiero ir de esta estúpida fiesta. - Dijo aquel chico de pelo de color negro y ojos color grisáceo y con cuerpo delgado.
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- Sabes que esto depende de nuestra situación económica. Agh... ¡Maldito sea tu padre que nos dejó por esa mujer! Si no eres útil para comprometerte con una chica de buena familia, juro que te abandono en un maldito orfanato. -
