Save my childhood

Will y Hannibal

extra 2

Will estaba seguro de haber oído todo tipo de bajezas a modo de bromas sobre los casos, pero había algo en ese tono dejándole claro que nadie lo había hecho como Hannibal Lecter.

"Esto es muy educativo"

Nunca tuvo un buen sentido del humor, su mente estaba desordenada, ardiendo a fuego bajo y lidiando con todo lo que la presencia del psiquiatra le hacía sentir pero nada de esto le impidió captar la sugerencia detrás del comentario.

Cuando se acercó para verle salvar al hombre en la ambulancia por primera vez cruzaron miradas con la guardia baja, una vaga conexión llamó su atención. Arrestaron al tipo y cuando todos habían despejado la escena para más tarde decidió aprovechar el tiempo a solas para conectar con el criminal.

Tomó asiento donde Lecter lo había hecho, se acomodó y cerró los ojos para ver el péndulo balancearse, transportándolo a una carretera con las manos en el hueco abdominal de Andrew Caldwell, el pánico crecía al igual que su curiosidad así que decidió perseguir la respuesta a la segunda.

Cada parpadeo era recibido en una nueva locación con alguna víctima conocida de la morgue de Quantico y otras que permanecían en el anonimato, todas identificadas como obras del Destripador. La última vez que cerró los ojos acabó en la oficina del psiquiatra, al igual que otras ocasiones estaba sentado frente a él con una expresión neutra, se acercó para intentar tocarlo pero esto solo provocó que su piel se tornara negra, astas salieron de su cabeza hasta que no lo vio más, solo al wendigo.

Regresó en sí cuando la presión en su pecho y el dolor de cabeza fueron insoportables, respirando irregularmente echó un vistazo dándose cuenta de que había un par de policías acordonando la zona, ambos le dieron una mirada cargada lástima como si supieran su destino. Con premura se dirigió a casa para investigar sobre la criatura que había estado acechándolo, repasó el perfil del destripador y se dio a la tarea de investigar antecedentes del doctor, al final todos encajaban como si fueran la misma cosa o persona, realmente lo eran.

Posponiendo el debate interno al que se sometería, condujo hasta un supermercado donde compró el mejor vino que tenían solo para tener un pretexto e ingresar a la cocina en esa extraña propiedad en Baltimore.

— ¿Está seguro que no se puede quedar?

— No creo que sería una buena compañía.

— No estoy de acuerdo. — Suspiró el mayor. — Antes de que se vaya dígame ¿qué paso con el donante del señor Silvestri?

— Salvó su vida.

Quedó perplejo ante el hecho. — Tenía un tiempo que no usaba un bisturí en algo que no fuera un lápiz.

Entonces esperas que crea que tu ejecución perfecta fue solo gracias a tu práctica afilando lápices, sabes mentir mejor. — ¿Por qué dejó la cirugía?

— Maté a alguien... siendo más exacto no pude salvarlo, pero se sintió como si lo hubiera matado.— Palabras vacías.

Has matado a muchos, de eso estoy seguro. — Estaba en cirugía de emergencia, eso debe pasar algunas veces.

—A menudo. Transformé mi pasión hacía a la anatomía por las artes culinarias, ahora arreglo mentes en lugar de cuerpos y nadie ha resultado muerto por mi terapia.

Una risa irónica escapó del empático por la nueva confirmación, cocinaba a sus víctimas. — Debo irme, tengo una... cita, con el Destripador de Chesapeake.