VIII

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Cris- ¡Amelia! Dios mío... ¿estas bien?  ¿Dónde estabas? - me tomo por los hombros cuando me alcanzo revisándome con la mirada como si fuera mi mamá 

Amelia- Estoy bien Cris...- baje mi tono de voz revisando que nadie escuchara-...estaba con el profesor...

Cris- Ay dios mío... ¿en su oficina? - solo pude asentir como respuesta- ¡DIOS SANTO! ¿Qué paso? ¿Hicieron algo? ...quiero vivir tu triángulo amoroso con...- le tape la boca con la mano evitando que hablara de más 

Amelia- Cris...- le destape la boca para que dejaran de vernos raro 

Cris-Cierto...lo siento, vamos al dormitorio, parece que dieron el día libre por el incidente

Nos fuimos al dormitorio, ambas seguíamos un poco aturdidas y necesitábamos dormir un poco, claro después de que Cris intentara sacarme información de lo que había pasado en la oficina del profesor. 

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Camine, el agua fría cubría mis pies, no podía ver nada a la distancia, solamente neblina blanca rodeándome, llegue a una especie de quiosco blanco, el olor a azufre volvió a mi nariz haciendo que me la limpiara con la mano un par de veces, conforme más me acercaba al quiosco se podía distinguir la figura de una chica, su piel pálida cubierta por unas enormes alas blancas que me impedían ver del todo su rostro. 

Seguí caminando hacía ella, pero sin aviso el agua comenzó a burbujear como si hirviera hasta dejar de ser agua y convertirse en lava quemando mis pies, el quiosco comenzó a derrumbarse quedando en ruinas y las alas de la chica comenzaron a quemarse volviéndose negras al igual que su piel. 

El ardor en mis pies era tan fuerte que...

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Me desperté de golpe sentándome en la cama, mi respiración agitada por el sueño que acababa de tener intentaba calmarse, la habitación estaba a oscuras con la única iluminación de la luna entrando por las cortinas entreabiertas, tomé un poco del agua que tenía en mi mesita de noche antes de volver a acomodarme para dormir. 

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Ya duchada alistaba mi cabello frente al espejo, hoy opte por dejarlo suelto, me llegaba un poco más arriba de la cintura, lo acomode con una diadema gris a juego con el uniforme y salí del dormitorio con mis libros de la primera clase listos. 

Todos parecían actuar con normalidad, como si nada hubiera pasado ayer, caminaban y reían en los pasillos como de costumbre, decidí no tomarle tanta importancia y desviarme a la biblioteca, llevaba días buscando el libro que vi antes con la luna negra en el lomo, pero no podía encontrarlo. 

Cuando dio la hora de la clase salí sin mucho éxito, estoy segura que ese libro tiene las respuestas que busco, algo me está llamando de el,  alguna conexión debe haber entre ese libro, el ataque de ayer y los aromas nuevos, pero no logro descifrar el que, claro que todo eso desencadena las cosas que han pasado los últimos días. 

Snape- Buenos días, señorita Lovegood, la veo en el entrenamiento de hoy- no me había dado cuenta que el profesor caminaba en dirección contraria a mí por el mismo pasillo, me congelé al verlo y no pude contestar a tiempo, cuando iba a hacerlo otro profesor se le unió para decirle algunas cosas, él se limitó a sonreírme mientras me veía por encima del hombro de dicho profesor

Seguí mi camino a la clase de la señorita Black, esperando que esta vez sí nos de la clase, la última vez quedaron muchas preguntas sin responder y nadie la había visto últimamente, cuando entre al salón me sorprendí de verla en su escritorio sumergida en su libro. 

ProfecíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora