Raison d'être - Ranpo Edogawa

Un Suspiro De Memoria

Y cuando el mundo se detiene
tan sólo está presente
el aroma de sus pensamientos
que te embriaga dulcemente

Y cuando el mundo es controlado
por aquel que está a tu lado
cada mínimo recuerdo
se ve distorsionado

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El eco de sus pasos resonaba a lo largo del pasillo, anunciando antes de tiempo su presencia.

Habían perdido la cuenta de cuando habían caminado. Sentían que el espacio se había distorcionado de manera tal que el efecto Shepherd ya no se aplicaba sólo al sonido vacío de la estación de tren.

Llegado un punto, pudieron ver algo a la distancia, hecho que despertó en Ranpo las ansias de correr a ello, pero Edgar lo tomó de la mano.

—¡Espera! No sabemos si-
—Sólo quiero terminar con esto... Estoy tan cansado...
—Vamos a terminar antes si lo hacemos bien.

Ranpo se volvió a verlo, y con un resoplido bajó el ritmo de sus pasos, aún ansiosos.

Al acercarse pudieron reconocer el último un vagón de un tren, que aparentemente había sido separado del resto. Era extraño... Pero Ranpo ya lo sabía.

Luego de que Karl lo rodeara para olfatear cualquier cosa sospechosa, entró dentro del vagón, alertandoles sobre algo.

—¿Un maletín?

—E-espera... Yo... Tengo un déjà vu.

—¿Eh? ¿A qué te recuerda?

—N-no lo sé... Pero... Sólo puedo pensar en que tú... No. No eres tú. Es... MIERDA, RANPO-

En un segundo, Poe arrastró a Ranpo fuera del vagón, al instante en que unas luces turquesas envolvían el lugar.

—You missed me, Edgar? It's been a while... Since we went to visit you.

—You... Arthur.

—You know I don't like you calling me like that, right?

—I don't care.

—Uhm, no es que quiera interrumpir su escenita dramática, pero... ¡¿Edgar qué está pasando? ese no es Mushitaro!

—Lo siento, Ranpo... Pero parece que alguien sigue rencoroso y no veremos a Mushitaro hoy.

—Sabes que el día es largo, no?

Edgar le dio otra mirada de desaprobación al intruso, que pudo leerla perfectamente incluso por debajo de su flequillo morado.

—Ay Edgar, te vendría bien un corte de cabello. Antes te lucías más.

—¿Qué es lo que quieres? No creo que hayas venido hasta Japón sólo para darme consejos de peluquería.

Ranpo soltó una risita al ver el cabello largo y oscuro, pero principalmente enredado del otro hombre.

—Sabes a qué vine, tu sentido del humor ni siquiera es bueno.

—Al menos yo sí tengo humor. Apuesto a que si sigues así, tu querido gentleman va a dejarte pronto.

—Podría decir lo mismo de tu niño.

—Tú no sabes nada de mi, ni de Edgar, así que deja de actuar como si fueras mejor que yo. Pero bueno, no puedo esperar mucho de un bebé ignorante.

—¡Cómo te-

—Como sea, Edgar, quiero irme, este tipo habla mucho para nada, no me gusta.

—Uh...

—¿Qué? ¿No pueden pelearse en una cafetería y ya? ¡Tengo frío! ¡Quiero chocolate caliente! ¡Y galletas! ¿Ves? Karl me apoya.