Mío

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En una casa de campo se aparecieron dos magos llevando a un bebé en brazos.

-Crees que haya entendido?- pregunto uno de los magos.

-Más le vale haber aprendido la lección o se arrepentida- gruño el hombre pelinegro.

Al entrar a la casa se veía a un elfo doméstico que curaba las heridas de un pequeño doncel.

-Regresamos- dijo James Potter.

-Bienvenido amo- dijo el elfo.

-Aprendiste?- pregunto Sirius tomando del cabello al doncel para hacerlo ponerse de pie.

-Aprendí amo- susurro automáticamente.

-Espero que no vuelvas a ir de zorra con cualquiera- gruño lanzando al piso al doncel.

-P-Puedo tener a mi bebé?- pregunto Severus arrodillado ignorado el dolor.

-Dacelo- dijo Sirius caminando hacia la cocina.

-Lo siento- se disculpo James.

-Hola cariño- susurro Severus ignorado al Potter, mientras acariciaba la mejilla del bebé y este reía atrapando unos mechones de cabello de su madre.

Sirius al ver que el doncel lo ignoraba se molesto.

-Terry llévate al mocoso- ordenó Sirius.

-N-No, por favor no lo apartes de mi- suplico Severus abrazando al bebé.

-Entregalo o lo llevare a un orfanato muggle- amenazó Sirius.

-Será mejor que me retire- dijo James antes de desaparecer.

-Camina- ordenó Sirius jalando el brazo del pelinegro.

-Mi bebé... - susurro Severus con temor.

-Conoces las reglas, puedes tenerlo siempre que obedezcas- dijo Sirius lanzandolo a la cama.

-Por favor...- Severus trato de salir de la cama pero Sirius jalo su pie y soltó un puñetazo aturdiendo a Severus rompiendo al instante la fina camisa que apenas cubría sus muslos.

-Obedece, eres mío- gruño Sirius amarrando las manos de severus a la cabecera de la cama.

-Déjame, nunca hice nada para merecer esto- lloro Severus.

-Creí que habías dejado de pelear, pero parece que eres masoquista... me gusta, me gustas cada vez más- dijo Sirius abriendo las piernas del pelinegro.

-Devuélveme a mi niña- dijo Severus.

-Olvídate de esa bastarda, esta muerta y si no quieres que ese mocoso acabe junto a su hermana obedece- gruño Sirius.

-Dejame por favor, no diré nada de lo que haz hecho lo juro, déjame ir con mi bebé- suplico Severus.

-Aun después de todo lo que hemos hecho sigues sin entender? Eres mío desde la primera vez que te vi en el tren, me perteneces- dijo Sirius besando los muslos de Severus.

-No... basta por favor- sollozo Severus antes de recibir un nuevo golpe.

-Te amo, entiendelo jamas me abandonaras... eres mío y de nadie más- dijo Sirius.

Varias horas después Severus yacia en la cama inconsciente con semen corriendo entre sus piernas y varios moretones en su cuerpo.

-Nadie te apartara de mí, te amo por favor entiendelo... no me gusta hacerte daño, pero debes aprender que en esta casa yo doy las órdenes- dijo Sirius acariciando el cabello negro como la noche.

-Lily- susurro entre sueños Severus haciendo molestar al hombre junto a él.

-Amo, el niño esta llamando a su madre- dijo Terry apareciendo con el bebé sollozosante en brazos.

-P-Puedo alimentarlo amo?- pregunto débilmente Severus, quien había despertado al escuchar a su hijo llorar.

-Solo has que se calle- ordenó Sirius entrando en el baño de la habitación.

-Calma Lyon, mamá está aquí... mamá no dejará que nada te pase, te cuidare mejor, prometo no fallarte... no dejare que te lastime como lastimo a Lira, mientras no lo haga enojar estaras bien, puedo soportar sus golpes, pero tu no mi niño- dijo Severus amamantando a Lyon.

Sirius dentro del baño lo escucho y solo se vio al espejo.

-Me ve como un monstruo?- se pregunto a si mismo Sirius con furia.

-Le mostraré que tan monstruoso puedo ser- gruño antes de salir, sin darse cuenta que sus ojos se volvieron rojos.

-Amo- susurro con miedo Severus escondiendo en su pecho la cara del bebé.

-Dame al bastardo- ordenó Sirius.

-A-Amo... p-por favor, n-no lo lastime- suplico Severus tratando de correr hacia la puerta.

-Quieto- ordenó nuevamente Sirius haciendo que el doncel se quede congelado mientras lágrimas empezaban a formarse en sus ojos.

-No l-le last-time- suplico Severus.

-Terry- llamo Sirius al elfo.

-Diga mi amo- apareció Terry, el elfo le tenía cariño a Severus, por esa razón se encargaba de curar la mayor parte de las heridas que el Black le causaba al doncel y se aseguraba que el bebé siempre estuviera bien.

-Llévate al mocoso, Severus tiene prohibido verlo durante una semana- ordenó Sirius hacercandose al doncel.

Terry tomó al bebé y se apareció en la habitación del niño, temía lo que su Lord le haría al pelinegro, después de todo siempre que venía era para abusar al doncel y golpearlo hasta el borde de la muerte.

-Espero que aprendas cariño, en esta casa mando yo... deberías de agradecerme, gracias a mi no te convertiste en un asqueroso mortifago- cada palabra del Black hacían que más lagrimas calleran de los ojos onix del menor.

-G-Gracias... amo- susurro Severus tal y como el Black le había ordenado cuando llegó a esa casa hacía poco más de un año.

-Ve a preparar algo, tengo hambre- dijo con desinteres saliendo hacia la biblioteca.

-L-Lo llevare cuando este preparado- dijo Severus.

Severus tomó una de las camisas blancas del mayor que Sirius le había ordenado usar, para después dirigirse a la cocina para preparar el desayuno de su amo.

En la biblioteca el Black leía un libro pasado de generación en generación a hombre, mujeres y donceles de la familia, cuando recibió su copia en su cumpleaños número 11 lo aborrecio, le parecía una completa estupidez que durante generaciones sus ancestros usarán esos hechizos para someter a las personas de las que se habían enamorado, pero cuando en el tren vio a ese lindo doncel pelinegro que rechazo su toque sintió que su pecho ardía y puede que en ese momento no le haya tomado importancia, pero decidió que queria tener la atención del niño y así lo hizo con bromas y jugarretas tuvo la atención del pelinegro hasta años después que decidió que era hora de hacerle saber a Snape que su lugar era en su cama atendiendo todas sus necesidades y criando a sus hijos.

Eres míoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora