Infierno

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Cuando James se fue Severus fue llevado nuevamente a la habitación por Terry.

-N-No por favor, no me dejes aqui- suplico Severus.

-Sev... yo... lo siento- se disculpo el ojiplata.

-P-Por f-favor... no más... o-obedecere- susurro Severus cubriendo su rostro con sus brazos.

-No te hare daño- Sirius trataba de acercarse

-No... me... g-golpees... amo- las palabras se quedaban trabadas en su garganta por el llanto reprimido.

-No lo haré, si no me das razones para hacerlo- dijo Sirius.

Severus sollozo con terror cuando Sirius toco su cabello, el ojiplata sonrió ante la reacción tan tierna del pelinegro.

-Si obedeces no habrá razones para lastimarte- dijo Sirius con amabilidad.

-L-Lo haré... solo no... no vuelvas a... abusar de mi- susurro Severus levantando levemente la mirada, pero al instante supo que había cometido un error al ver rojo sangre en los ojos antes plata.

-Escúchame Severus, eres mi esposa y tu obligación es satisfacerme cuando yo lo diga- Sirius estaba molesto y conteniendose para no golpear al doncel por su falta.

-Que?- la sorpresa estaba presente en la voz de Severus.

-Así es, tu padre lo firmo hace unos meses- dijo Sirius mostrando las hojas donde su padre aprobaba el matrimonio, ya que al ser menor de edad su padre lo había vendido.

-N-No... no...- Severus temblaba de impotencia y furia, ahora sabía el por que en los últimos meses no había podido usar libremente su magia, su esposo la reprimia.

-Si, Severus eres mio- dijo Sirius besando la mejilla del doncel.

-Porque?... Porque yo?- pregunto Severus en shock.

-Me gustaste desde el principio, pensé en cuidarte y tenerte cerca... pero tuviste que ir a la casa de las Serpientes, tuviste que juntarte con el idiota de Malfoy, tuviste que dejar que Cissa y Bella te metieran tonterías en la cabeza, tenía que castigarte- Sirius camino hasta la mesa de noche para obtener el regalo que pensaba darle a Severus.

-Fueron los únicos que no me lastimaron, son mis amigos... te acostaste con la mayor parte de las mujeres y donceles de Hogwart... solo soy una zorra más en tu lista- el odio era notorio en la voz de Severus, su cuerpo aún dolía y tenía miedo, pero el odio que tenía hacia el Black y hacia su padre era mayor.

-No vuelvas a hablarme asi- el gruñido de Sirius al mismo tiempo que golpeó a Severus fue suficiente para que el pelinegro tomara una decisión peligrosa y tomara una pluma de plata que tenía cerca y la pasara en su cuello.

-Prefiero... morir... a... ser... tú... esclavo- la sangre empezó a correr por su cuerpo manchando las sábanas blancas de la cama mientras sus ojos se cerraban, no quería repetir la historia de su madre.

-No, Severus responde... ¡Terry llama al medimago!- ordenó Sirius presionando la herida de Severus.

Varias horas después el medimago, un hombre mayor, sale de la habitación para dejar entrar a Sirius.

-Cariño- susurro Sirius viendo a Severus sentado en la cama con vendajes en el cuello.

-No podrá hablar por lo menos tres días, debe descansar- informó el medimago.

-Entendido- afirmó Sirius acariciando el cabello de Severus.

-Me retiro Lord Black- se despidió el medimago.

Cuando el medimago se fue Sirius sacó la caja con el regalo para Severus y lo puso en sus piernas.

-Ten... no debería dártelo por desobediencia, pero hoy puedo perdonarte por ser el aniversario de nuestro primer beso, duerme cariño- beso la mejilla del pelinegro y salio de la habitación.

Eres míoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora