Embarazo

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Sirius despidió a sus amigos y quedó pensativo ante las palabras que había escuchado de ellos, debía parar con sus celos y tratar de frenar la maldición Black. Debía cambiar por su hijo y por su pequeño cuervo; en sus divagaciones llegó a la cocina y solo pudo sentirse más culpable al ver la harina y la leche en la mesa, tal parecía que su pequeño cuervo había querido preparar un pastel de manzana y él lo había golpeado sin preguntar.

-No se irá de mi lado, debo tenerlo conmigo -

Los iris grises se volvieron rojo sangre y golpeó con furia la pared.

En la habitación principal Severus estaba durmiendo, gracias a la poción que le había administrado el medimago, había estado bajo demasiado estrés y eso afectaría a los bebés, además de que debía descansar y alimentarse bien.

Sirius decidió dormir en la biblioteca para aclarar sus pensamientos y tratar de encontrar la forma en que Severus lo ame y jamás se vaya de su lado, haría todo para que su cuervo se quedase y poder romper la maldición de su familia.

Al día siguiente Severus despertó con el ruido del agua corriendo en el baño, restregó sus ojos aún con sueño, su cuerpo aún dolía de la paliza que había recibido el día anterior y no sabía de qué humor estaría su esposo.

Cuando Sirius salió del baño, con solo una toalla atada a su cintura y vio al pelinegro que estaba sentado en la cama jugando con sus manos no pudo evitar sonreír.

-Buenos días, cariño - se acercó a besarlo, lo sintió tensar se y frunció el ceño.

-... -

-¿Te niegas a hablar? ¿Acaso es una muestra de rebeldía? - con furia le dió un tirón de cabello obligando al menor a verlo a los ojos, pudo dislumbrar el miedo en los ojos obsidiana.

-... -

Ni una sola palabra salió de los labios del menor que solo podía verlo con miedo y empezar a sollozar.

-Podrias tratar de enamorarlo ahora, ya sabes, con flores, cartas, chocolate -

La voz de James resonó en su cabeza y soltó al menor, trato de acariciar al menor pero este cubrió su vientre con sus brazos mientras ocultaba su rostro tras la cortina de cabellos.

-Amo, la comida está servida - informa el pequeño elfo doméstico.

-Limpiate y baja - ordenó con voz firme para después utilizar un hechizo para vestirse.

Severus asintió con la cabeza.

Cuando Sirius salió de la habitación Severus temblaba con miedo, Black creía que no hablaba como muestra de rebeldía, lo golpearía nuevamente y podría dañar a sus hijos, debía hacer todo lo que le ordenará para no hacerlo enfadar más de lo debido y perder a su bebé.

-Debo aguantar, no dejaré que los lastime, tanto pedía a Merlín no ser como mi madre y ahora sigo sus pasos -

Una lágrima fue derramada ante estos pensamientos, se sentía tan inútil. Con dificultad bajo las escaleras, todo el cuerpo le dolía y era un martirio estar de pie.

Cuando llegó al comedor vió un ramo de camelias en su lugar, inmediatamente se tensó ante las flores; el Black lo veía fijamente esperando que las tomara.

-Son tuyas, tomalas - ordenó

Aún con sus manos temblando las tomo con miedo, no solo a que Sirius se enfadara y lo golpeara sino a su alergia a las camelias, alergia que había heredado de su madre.

Sirius sonrió al ver que el pelinegro tomaba las camelias, le había pedido a Lili que las hechizara para que fuesen una manera en que saber cómo se sentía su pequeño cuervo; lo que no espero fue que se tornaran negras cuando Severus se sentó y escondió su rostro detrás de sus cabellos.

Severus empezó a toser, al principio trato de disimular pero fue inevitable al sentir su garganta cerrarse, trato de contenerse para no ser reprendido por el varón.

Sirius rápidamente rodeo la mesa para acercarse y apartar el cabello de la cara del menor, vio con horror como los ojos brillaban por las lágrimas que se derramaban ante la inminente falta de oxígeno, con preocupación tiro las camelias ojos del pelinegro y trato de darle oxígeno a través de un beso, pero lo único que logró fue que el de ojos ónix se tensara aún más y tratará de apartarlo.

Como una luz de esperanza recordó un hechizo anti-alergias que Regulus había estado practicando durante las vacaciones de su segundo año, rápidamente lo susurro mientras envolvía a Severus en un abrazo.

-Lo siento, juro que no sabía que eras alérgico - exclamó con arrepentimiento.

Severus solo agachó su rostro, no le creería, ya que Sirius Black era capar de todo, así que no creería en su ignorancia a su alergia a las camelias.

Después del desayuno Sirius cargo a Severus en sus brazos y lo llevo hasta la habitación.

-Cariño, perdóname -

-...-

-En verdad, quiero que vuelvas a hablar -

-...-

-Te dejaré descansar -

Cuando el Black salió de la habitación Severus se hizo bolita entre las sábanas sollozando, su cuerpo dolía, su garganta dolía, solo seguía vivo por sus hijos.

Eres míoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora