epi. 06 | 𝖑𝖎𝖋𝖊 𝖎𝖓 𝖍𝖆𝖗𝖒𝖔𝖓𝖞

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꒰───LA VIDA EN ARMONÍA·ٜ۬・










━━━━ Un padre es el que cría, no el que da la vida

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━━━━ Un padre es el que cría, no el que da la vida.

Él no recuerda mucho del acontecimiento que sucedió hace años atrás. Keith suprimió todos los momentos difíciles de su vida, solo mantuvo presente aquellos que significaban demasiado para él. El cumpleaños de su hija. Las fiestas de té en el jardín de rosas. Las noches en vela por el llanto de la bebé... Él jamás comprendió que todo eso se detendría y que la vida lo haría cometer el pecado más grande.

──Todo terminará.── aseguró colocando a la niña sobre la cama. Las manos de él temblaban demasiado, estaba asustado y no quería hacerlo ──Te lo prometo.── sus manos cubrieron el pequeño cuello por completo y apretó esté con fuerzas ──Sufrirás solo un poco, amor mío, pero el dolor se irá... Se irá.── ella luchaba contra la fuerza del Duque, el aire era tan difícil de meter a los pulmones. El dolor de las heridas desapareció, pero el dolor de la falta de aire resultó ser más doloroso que cualquier otra herida ──¡Todo acabará!, ¡Dejarás de sufrir!... ¡Dejarás de sentir dolor!

Abrió los ojos de golpe.
Su respiración era tan pesada. Su cuerpo estaba húmedo. Sus manos temblaban. Todo su cuerpo se paralizó en aquella posición sobre la cama.

El techo blanco de su dormitorio lo hizo poco a poco reaccionar. Fue otra pesadilla. Hace tanto tiempo él había dejado de tenerlas. Es tan extraño el que vuelvan tan de repente.

──¿Ah?── volteó al lado de la cama porque un aroma algo conocido lo tomó por sorpresa.
Las rosas que Tania le había regalado estaban allí, en un jarrón y en agua, aromatizado el dormitorio y brindándole finalmente paz.

Por supuesto. Las pesadillas sólo eran pesadillas. Nada era cierto. Él tiene a su querida hija al lado, dormida y seguramente abrazada a su oso de peluche.

Verla unos instantes dormida era encantador.
Keith adoraba sentir la suavidad del cabello dorado de Tania.
Keith adoraba acariciar aquellos mofletes.
Keith adoraba oír su ligera respiración en calma.
Keith adoraba todo de la princesa porque la princesa era el vivo reflejo de su hermosa hija.

──Buenos días, mi bella durmiente.── Athanasia despertó del sueño, restrego sus ojos y miró a su padre adormilada ──Karsenn no puede iniciar su día sin que su princesa despierte.

──Papi,── Keith cargó en sus brazos a la niña. La sentó en su regazo para brindarle el primer abrazo de la mañana ──¿Hoy te irás de nuevo a trabajar?

──No.── besó la frente de la princesa ──Hoy voy a quedarme contigo.

──¿Podemos── bostezó tiernamente y recostó su cara sobre el hombro de su padre ──beber el té y jugar un rato en el jardín de las rosas?

──Por supuesto que podemos. Antes de hacerlo, tenemos que preparar a la hermosa señorita del ducado Hyperion.── a veces eran las sirvientas quienes vestían a la princesa y a veces era el mismo Duque quien se hacía cargo de esa tarea.
Keith siempre elegía vestir a su hija con un adorable vestido de tono rosa, cubierto por detalles como moños, listones y rosas de tela. No siempre recogía su cabello, pero no porque lo deseará así, era pésimo para realizar peinados. De todos modos, su hija se veía tan linda con su hermoso cabello en libertad.

El conflicto bélico no terminó. El Duque de Hyperio aún no había sometido a los pueblos del Sur del territorio enemigo, pronto tendría que partir nuevamente. No sabe cuándo sucederá y tampoco sabe cuánto tiempo estará fuera, pero antes de todo eso, solo desea disfrutar de su hija lo más que pudiera.

──¡Vamos!, ¡Vamos!── él y Tania siempre desayunaban en el jardín de rosas.
Las sirvientas debían de preparar aquella mesa con té, leche caliente, galletas y postres de fresa antes de que el Duque y su hija saliera de la mansión.

──Buenos días, señor. Buenos días, señorita.── saludaron a padre e hija al mismo tiempo mezclando sus tonos de voces en el proceso.
Keith nunca devolvía el saludo, pero Athanasia sí. Saludaba a todas esas muchachas con una linda sonrisa.

──Buenos días a todas.── saludó.
Su padre ayudó a que pudiera sentarse en la silla, para alcanzar la mesa necesitaba la ayuda de dos cojines.

La leche tibia era para Tania. El té era para Keith. Las galletas eran para ella. Los postres de fresa eran para él.
El ambiente era tan tranquilo. Tan cómodo.

La señorita del ducado disfrutaba los momentos en los que su padre no tenía que marcharse a la guerra.

──Quiero que papi se quede siempre en casa.── confesó.

Él no borró la sonrisa de su rostro para no preocupar a su hija.

──Sí. Yo también quiero estar siempre en casa, con Tania.

Esa sonrisa hace de sus días más fáciles. Él ahora tenía motivo para volver a casa después de sus largas campañas militares. Nuevamente se sentía en armonía y el recuerdo de la sangre de su verdadera hija en sus manos se esfumaba cada vez más de su memoria.

Madame Mirtha no apartó la vista de ellos. Podía ver esa verdadera felicidad del Duque desde allí.

──Duque── habló en voz baja para si misma ──¿Será posible...?

Claude parecía estar en otro mundo.
La mesa siempre se sintió tan vacía. Algo faltaba en ella, ¿Pero qué era ese 'algo'?

──Su majestad.── Robane regresó y con una bandeja donde habían cartas, muchas cartas ──La correspondencia llegó.

──¿Alguna carta de... De él?

──No.── contestó a la pregunta ──No hemos recibido una carta del ducado Hyperion desde... Desde hace tiempo.

──¿Desde hace tiempo?── Claude miró al pelirrojo ──¿Cuánto tiempo exactamente?

Félix respondió con tardanza.

──Dos años.

Él gruñó. Apoyó su mejilla sobre la palma de su mano y dijo:

──Bien.── ese 'bien' no era nada bueno, Félix lo conocía ──Entonces, habrá que enviar una carta de nuestra parte.

❝𝐓𝐀𝐍𝐈𝐀 ────𝘄𝗵𝗼 𝗺𝗮𝗱𝗲 𝗺𝗲 𝗮 𝗽𝗿𝗶𝗻𝗰𝗲𝘀𝘀?✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora