𝐓 | ❝ Si tu llegas a derramar lágrimas, yo derramaré sangre por ellas ❞
Athanasia es abandonada por Claude y esté ordena enviar a su hija lejos de él a un territorio completamente fuera de su poder dentro de su Imperio para que fuera criada hasta s...
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Fiesta de té en Westher ━━━━━
—¡Lady Thania!— Olga ya había recorrido la mitad de la enorme casa del duque buscando en la mayor parte de los lugares a la señorita. No hallaba rastro alguno de Athanasia, cada vez estaba perdiendo más las esperanzas de encontrarla a tiempo antes del desayuno de la mañana —Por Dios, ¿Dónde puede estar metida está niña?— renegó la nana sin detenerse en caminar con prisa. Quedaba un lugar más donde buscar y si ella no se encontraba allí entonces era evidente que la hija del señor le estaba tomando el pelo y se estaba ocultando.
Al llegar al punto en concreto que se trataba de nada más ni nada menos que el sótano de la mansión, pudo hallar finalmente a la hija del Duque. Ella observaba el paisaje delantero de la casa desde el enorme ventanal.
—¡Lady Thania!— gritó para llamar su atención. La niña volteó con sorpresa al oír el tono de voz de su nana —Aquí estuvo todo este tiempo— era un martirio subir las largas escaleras hasta ese lugar. A Olga siempre le disgustó el favoritismo de la hija del señor por aquel lugar lleno de polvo eh innecesarias cosas —, no puede darse una idea de lo mucho que recorrí buscándola por esta casa.
—Olga.— saludó a su querida nana con una adorable sonrisa. Casi nunca se podían enfadar demasiado con ella, sus brillantes ojos de joya eran las culpables de brindarle a esa niña una apariencia angelical y adorable —Lo siento. Te hice cansar.— la niña que había dejado de ser pequeña y que ahora tenía quince años fue y besó la mejilla de la mujer adulta para destruir definitivamente el enfado en ella. Lo había logrado.
—¿Cuántas veces tendré que ir detrás de usted, mi lady?— preguntó dejando en libertad un suspiro de cansancio —Dejó de ser una niña hace tiempo. Tiene que empezar a actuar como una señorita mayor.
—Veo que la edad hizo de tus pensamientos más idénticos a los de madame Mirtha.— su comentario generó en Olga un rostro gracioso. La hija del duque Keith soltó una adorable carcajada al percatarse que ofendió un poco a su querida cuidadora —Lo siento, lo siento.— se disculpó con prisa.
Olga dejó en libertad otro suspiro más ante el cansancio. Nunca podría hacer que su señorita cambiará de actitud a una más madura.
—Andando, el señor debe de estar esperándola en el jardín.
—Bien.— ambas bajaron del sótano con cuidado, aquellas escaleras estaban en un muy malo estado con el tiempo. Ya Keith había dado la orden de restaurarlas, no pudo prohibirle a su hija el subirlas y/o alejarla de ese lugar, entonces decidió que los arreglaría para evitar alguna herida en ella —Mi padre, ¿Le han dado su medicina?, ¿Verdad?