Capítulo 3

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Dos meses después.

Donghae caminaba por el pasillo del primer piso de la escuela, iba hacia el patio trasero con su acostumbrada pelota de fútbol bajo el brazo derecho.

Dos chicas venían en la dirección contraria, eran de su curso pero como no las trataba ni ellas a él, no recordaba sus nombres. Venían del brazo y cuando pasaron junto a él pudo escuchar una fracción de su conversación.

—No puedo creer que el profesor de música haya regañado de ese modo a Hyukjae. Que vergüenza, y pensar que se cree tan perfecto.—

Ambas rieron y se detuvieron justo frente a los casilleros, Donghae no quiso escuchar nada más y salió corriendo por el pasillo hasta que llegó a las puertas del salón de música.

Cuando entró al aula notó que estaba casi vacía, a excepción del enorme piano de cola en el que practicaban y Hyukjae quien estaba sentado en el banquillo, tocando las teclas del piano sin delicadeza.

El ruido desafinado hacia eco en el enorme salón vacío. Donghae no dijo nada, solo cerró la puerta lo más silenciosamente que pudo y camino a pasos suaves hacia donde estaba su mejor amigo.

De sentó en el espacio vacío junto a él y colocó ambas manos sobre el teclado del piano. Sabía que para Hyukjae eran difíciles las clases se música, y el hecho de tener malas calificaciones en dicha materia lo afectaba en lo que más le gustaba, el fútbol.

Hyukjae apartó sus manos, dejando estas descansar sobre sus rodillas mientras Donghae comenzaba a tocar una melodia suave. Muchas veces deseaba poder tocar como lo hacía el castaño.

—Debes hacerlo con paciencia, Hyuk. Mira mis dedos. —

El más alto no respondió, solo se dejó envolver por la melodia y su mirada se quedó congelada en la imagen del rostro de Donghae.

Hasta ese momento no había notado que realmente Donghae era hermoso y no sólo por sus sentimientos tan puros.

A pesar de ser un chico Donghae tenía facciones delicadas, su rostro era pequeño y tenía una mirada dulce, a veces un poco triste. El color café oscuro de sus ojos le hacía pensar en el chocolate, los labios delgados y esa sonrisa... Hyukjae no podría jamás poner en palabras lo que sentía cuando Donghae le sonreía.

—¿Me ecuchaste? ¡Hyukjae! —

La dulce voz del castaño lo regresó a la realidad.

—Si, si... lo siento, Hae. Estaba pensando.—

Donghae frunció el ceño de forma adorable y Hyukjae se pasó de forma nerviosa las manos sobre el pantalón del uniforme.

—Hae...—

—¿Si? —

No supo de dónde vino todo el valor que sintió de pronto en aquel instante, pero estaba dispuesto a comprobar si sus sentimientos eran lo que estaba pensando desde un tiempo atrás.

Tomó el rostro de Donghae con ambas manos aprovechando lo cerca que estaban, su mejor amigo lo observo perplejo, como un ciervo cegado por las luces de un auto en medio de la noche y fue ahí, en medio del salon de música que Hyukjae lo besó.

No fue un beso de adultos, no fue un beso como los de las películas, sus labios solo se tocaron por unos segundos. Hyukjae presionó sus labios sobre los de Donghae y luego se apartó para poder mirarlo.

El castaño aún estaba perplejo y por primera vez desde que se conocieron Donghae estaba completamente en silencio.

Hyukjae comprobó lo que quería, no por el beso en sí, sino por todas las sensaciones que recorrían su cuerpo y su ser. El sudor en sus manos, los latidos acelerados de su corazón, el nudo en su estómago y todas las cosas que quería decir atoradas en su garganta.

—Tú... Hyuk... — Donghae comenzó a tartamudear, su cara estaba roja como una fresa madura y se tocaba los labios con una mano.

—¡Me besaste! ¿Por qué? —

—Hae... no me había dado cuenta hasta ahora, pero... creo que me gustas como algo más que un amigo. —

No espero la reacción que tuvo el castaño, aunque tampoco sabía como debía reaccionar, ni siquiera sabía cómo sentirse consigo mismo después de lo que acababa de comprobar aún cuando lo había pensado y analizado desde meses atrás.

Donghae tomó sus cosas sin decir una palabra y solo salió corriendo fuera del salón de música, dejándolo completamente solo con su confusión y sus sentimientos a flor de piel.

Pasados unos minutos Hyukjae comenzó a entrar en pánico ¿qué si había arruinado su amistad con Donghae? Probablemente esa sería la consecuencia de todo aquello, el castaño ya no querría ser su amigo, iba a comenzar a evitarlo en la casa y en la escuela.

Sin darse cuenta de cómo sucedió, lágrimas comenzaron a caer de sus ojos, mojando sus mejillas y las teclas del piano. De pronto, el hecho de perder la oportunidad en el equipo de fútbol por estar a punto de reprobar música ya no le parecía lo peor del mundo, ese era el menor de sus problemas.

Lo único que le importaba era no perder a Donghae.





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Luchando por su amor (Eunhae) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora