Los domingos siempre eran mi día favorito, en cambio ahora era diferente. Poché estaba sentada en el suelo, leyendo apuntes que vendrían en su examen, yo estaba acostada con mi cabeza en sus piernas, sus dedos acariciaban mi cuero cabelludo mientras hablaba acerca de algún tema de filosofía.
Mis ojos estaban pendientes al juego de mi móvil, deseando no perder una pieza más. Aún así, mis deseos no se cumplieron; bloqueé el teléfono y lo dejé en mi pecho, cerré los ojos dejándome llevar por las caricias parsimoniosas.
-Oye, Poché...- susurré.
-¿Mhm?
-¿Alguna vez te has enamorado?- decidí mantener los ojos cerrados, no quería verla a los ojos, porque quizás sabía lo que venía.
-Dos veces.- respondió, sus caricias se detuvieron, ahora podía sentir la punta de dos de sus dedos comenzaron a quitar el cabello que estaba en mi rostro. -Una más intensa que la otra... pero sip. ¿Y tú?
Ahí estaba. Siempre regresaba las preguntas, sobre cualquier tema. Tomé aire. -No lo sé. Es decir, mi corazón se acelera cuando estoy cerca de... esta persona. Soy feliz cuando la veo, cuando la escucho, cuando... la siento.- confesé. -Pero... no lo sé. ¿qué tal que sólo es admiración?
-¿Se lo has dicho?
-Claro que no.- reí un poco y abrí los ojos, su vista estaba al frente, su mandíbula tensa y sus dedos ya no tocaban mi cabello. -¿Cómo se lo diría?
-Mmm... No lo sé.- ella rió suavemente y bajó la mirada.
-¿Qué le dirías tú?
-Siéntate.- ella hizo una seña y yo obedecí, me senté con las piernas cruzadas. Estábamos frente a frente, tomó mis manos y enlazó nuestros dedos. -Lo he estado pensando por algún tiempo, y creo que me gustas desde la primera vez que te miré, estar contigo es como estar en las nubes, me haces sentir segura, importante y amada. No sé si tú sientes lo mismo, si gustas de alguien más o si... simplemente no me encuentro entre tus gustos, pero no puedo callarlo más, porque ahora es cuando me pregunto cada noche, ¿esto que siento es amor? Aunque quizás la respuesta la encontré hace tiempo y solamente me hacía la ciega para no enfrentar mis sentimientos por ti.- mientras Poché hablaba me tensé, sentía como si ella se estuviera confesando, sin embargo, sonrió y dijo: -Eso es lo que yo le diría.
-Pero es difícil.- suspiré. -Es decir, supongamos.- me acomodé mejor, quedando un poco más cerca de ella, sus ojos me miraban con atención. -Si la chica fueras tú... Verás, que eres mi amiga, sabes todo de mí, me conoces tan bien y... ¿que pasa si tú no sientes lo mismo que yo? ¿Que pasa si yo soy la única que está sintiendo algo? ¿Que pasa si en realidad yo... si en realidad yo sólo estoy confundiendo mis sentimientos por ti?
-En primer lugar: no puedes poner sentimientos en mí que no te corresponden, sólo yo soy capaz de decirte lo que siento, y si estoy enamorada o no de ti, solamente tienes que escucharlo de mi boca. Tienes que escucharme decir: Calle, me gustas. O en caso contrario, Calle, perdón pero no siento nada por ti. Aunque, ¿quién no sentiría algo por ti?- bajé la mirada, sintiéndome nerviosa. -En segundo lugar: si tú eres la única sintiendo algo o no, es algo que tienes que averiguar. Mira que el no ya lo tienes, pero quién sabe, tal vez algo lindo te está esperando luego de la confesión.- sus dedos se enlazaron con los míos. Y ahora es cuando me daba cuenta de lo bien que me hacía tenerla así de cerca. -Y tercero... por mí no habría problema que experimentes tus sentimientos conmigo, porque quizás yo tenga mucho que perder, pero si no pierdo, tengo mucho que ganar. ¿Que mejor que amarte? ¿Que mejor que saber que gustas de mí?
Mis ojos se levantaron y observé la puerta, mamá estaba ahí y no sabía cuánto tiempo había estado en ese lugar, escuchando.
Me separé de Poché y me levanté rápidamente para ir dónde mamá. -Lamento interrumpir chicas, pero la madre de Poché necesita que vaya a casa... Es por el asunto de la universidad y la casa.
-Oh, cierto.- Poché dijo antes de tomar sus cosas y caminar hast ala puerta. -Deberías de confesar tus sentimientos, antes de que sea tarde.- Susurró antes de dejar un beso en mi mejilla y salir.
Mamá me miró y sonrió, antes de decir: -Ella tiene razón, quizás cuando quieras decirlo será tarde.- me abrazó cuando miró que estaba al borde de las lágrimas. -Si Poché se va y no le dices lo que sientes por ella solamente te harás más daño...
Esa misma tarde de domingo, le confesé a mi madre mi mayor confusión hasta ahora. Mamá me escuchó, me miraba con una mueva de nostalgia, me abrazó cuando rompí en llanto al pedirle perdón de rodillas; le dije que había estado asustada todo este tiempo, que tenía miedo de no ser aceptada por mi familia, le conté lo que sentía por Poché, lo confundida que estaba y el miedo que tenía de perderla.
Pero ella sólo me escuchó, limpió mis lágrimas y dijo: -Una madre siempre conoce los temores de sus hijos, si existe la atención adecuada, nos podemos dar cuenta de lo que le aflije a nuestra descendencia. Yo te miraba mirarla, con esos ojos llenos de brillo, tal como los de tu padre cuando me miraba.- limpió cada una de mis lágrimas y besó mi coronilla. -No soy quien para poner sentimientos en Poché que no me corresponde decir, pero estoy segura que el cariño que siente por ti va más allá a la amistad, porque así como la vez tú, ella te mira así, con ojos de amor; pero sin miedo...
La conversación con mi madre se vió interrumpida cuando papá ingresó a la habitación. -Lamento entrometerme, pero si mi hija llora yo debo estar aquí para defenderla y apoyarla.- aquello me sacó una sonrisa, se sentó en el suelo, a mi lado. -Y cómo el chismoso que soy, he escuchado casi toda la plática. Y tu madre tiene razón, si Poché no siente lo mismo o lo que tú sientes no es amor, no lo sabrás hasta que le preguntes.
-Sé que te inculcamos una religión que no tiene bien visto esto por lo que pasas, pero somos tus padres y te amaremos hasta el último día de nuestras vidas. Hija, que tú sientas amor hacia tu mejor amiga es lo más puro que vas a encontrar; saber que la persona en la que confías tanto también es aquella que puede acompañarte el resto de tu vida es reconfortante, y no sólo para ti, también para nosotros.
-Quizás no entendemos mucho acerca de esto, pero podemos buscar ayuda con algún terapeuta, alguien que sepa sobre todo esto.- papá habló. -Porque queremos entenderte y apoyarte.
-Y yo no entiendo cómo es que no confiaste en nosotros.- mamá habló con un tono triste. -Pensé que confiabas lo suficiente para decirnos lo que pasa por tu cabeza...
-Lloraste tantas noches a solas, siendo que podíamos estar aquí, contigo.
-Y perdón si alguna vez te hicimos creer que lo que tú sientes no vale nada o es pecado, pero, cariño... Por ti haríamos lo que fuera, somos tus padres y queremos verte feliz, incluso si eso nos aleja de la iglesia.
-Pero, Dios es amor. Dios es el único que va a juzgarte y por amor, él no te castigará.
Y ahí comprendí una cosa. Quizás, mis padres tenían razón pero yo era muy cobarde para decir de frente lo que sentía por Poché; yo aún tenía miedo que esto sólo fuera una confusión, que sólo fuera algo pasajero, tal vez sólo tenía miedo de que se fuera a otra ciudad, de que comenzara una nueva vida y que olvidara que yo era su mejor amiga. ¿Que tal sí esto no es amor? ¿Que tanto daño le haría si no sentía nada por ella? ¿Que tan mal la pasaría si decidía dejar de hablarme por confesarle lo que yo sentía?
Que mejor que esperar a que subiera a ese avión para decidir si confesaba mi sentir o no.
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¿Esto es amor? (Calle y Poché)
FanfictionLa vida, las personas de las que estamos rodeadas y los valores que nos son inculcados forman parte del individualismo, forman parte de aquello que nos hace únicos; pero ¿qué sucede cuando desde pequeños no nos es inculcado el amor en todas sus pres...