Paredes gastadas, ventanas rotas, aroma a putrefacción y el suelo impecable, eran cosas que apreciaba la reina Seelie de una simple Iglesia lejos de la ciudad, claro que era sarcasmo pero nadie manejaría 64km para ver un templo abandonado. Las doncellas habían hecho limpiar el suelo ya que la Reina amaba caminar descalza y habían quitado los muebles del estrado para colocar un sofá azul de tela con encaje y retoques vintage. También habían despejado todas las bancas deterioradas para dejar a la vista un enorme salón.
Ahora las hadas “descansaban” a un lado, en cojines de plumas afelpadas de color vainilla, rosado, celeste y morado. Por otro lado la reina se paseaba por todo el lugar, a su lado Maureen saltando como la pequeña que era mientras escuchaba una historia sobre la Iglesia que logró ser invadida por demonios.
-...y desde entonces, los hijos de la noche lograron tener otro refugio a su favor, no hay agua bendita, no hay salvaguardas, no hay ninguna protección en estas paredes -
-¿Por qué te intereso? O mejor dicho ¿Por qué me protegerías?-
La reina bajó la mirada hacia ella, se detuvo y Maureen lo hizo también - Tal vez no te des cuenta, querida. Pero tienes más control sobre tu mente de lo que crees, no todos son buenos en controlar los pensamientos, sin embargo, te destacas en ello.
-¿Cómo?- Frunció el ceño.
- Mis doncellas vinieron a mí y hablaron sobre un contra-sentimiento, hablaste en sus mentes cambiando su idea original, ellas lo supieron luego de semanas, la mayoría dura un par de días en componerse -
Maureen parecio sorprendida - Oh maldición, soy en verdad un monstruo -.
- No querida, eres una muy poderosa chica y hace las cosas como le parezcan, bien o mal...son tus decisiones y del lado en el que te encuentres, destacarás, es por ello que te necesito. Tu poder es el que me ayudará en mi venganza contra Jace Herondale, Clary Fairchild, los Lightwood y el mundano nephilim. Los veremos más pronto de lo planeado -
Maureen arrugó la frente, de repente empezaba a temer de la Reina, pero nada le serviría parecer débil en frente de Seelie, la Reina tendría que temer de ella.
-¿Cuánto tiempo?- Dijo firmemente.
Antes de que la Reina pudiera responder, las puertas se abrieron chocando contra la pared, dos caballeros llegaban caminando con un cuerpo que luchaba entre sus brazos, su melena negra caía sobre el rostro de los sujetos, su ropa ajustada y botas oliendo a alcantarilla, sus pálidas manos listas para dar arañazos a quién se acercara, ella chillaba que la soltaran pero por supuesto que no lo harían.
La Reina hizo un gesto hacia la puerta y esta se cerró evitando dejar ver las nuves grises llegando con furia.
- Bien...bien...bien - Sonrió la reina Seelie, los caballeros la soltaron de mala gana y esta cayó de rodillas - Isabelle Lightwood, nos honra con su aparición -.
Isabelle se levantó con un pequeño rasguño en el labio inferior.
- No es que tuviera otra opción ¿Verdad?-
Seelie dejó de sonreír y le habló al caballero que había tenido mas cercanía con Merliom, el de ojos grises que era duramente castigado por los rumores que escuchaba en el submundo.
- Noah...¿Revisaron a la prisionera?-
Isabelle alzó una ceja -¿Ya tengo un nombre clave?-
- No mi reina, con su permiso...lo haré ahora - Dijo ignorando el comentario de Isabelle.
Él se colocó frente a ella, Isabelle no tenía ninguna posibilidad de escapar así que alzó los brazos facilitando el trabajo del caballero hada.
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¿Quién era yo? [Editando]
FanfictionSimon Lewis regresó y con él un agujero lleno de recuerdos por recuperar, sus amigos tratarán de ayudarlo con lo que pueden pero no serán suficiente con los enemigos que consiguieron en el camino. El muchacho se verá en un conflicto consigo mismo y...