¿Quién era yo? XXXII

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¿Qué podías obtener si mezclabas sangre de Kizzkot con groods?

Es muy probable que nada bueno si querías crear un monstruo y acabar con algo que piensas que es inmortal.

Magnus trataba de respirar pero sus pulmones parecían rechazar todo aire que él quería meter. Todo resultó un tanto sofocante: las reuniones de La Clave, las reuniones en la casa de La Cónsul, la reuniones en más casas de los malditos miembros del Consejo. Tal vez era momento de un alto de su nuevo papel como "acompañante", aunque él es también un miembro importante para esos nephilims, ellos no querían ninguna opinión subterránea que no sea la de Luke. Magnus se había sorprendido al verlo, lucía joven como de costumbre aunque algunas líneas grises en el cabello amenazaban con salir en cualquier momento, eso era lo de menos. Sin embargo, el brujo ya estaba rozando sus casillas y necesitaba saber la respuesta de Alec ya que este aún no había tenido uno en la última semana.

Sacudió su cabello y paso sus dedos para peinarlos naturalmente, nada extraordinario ya que sus brillos se habían quedado en casa, aunque podía hacerlos aparecer en un chasquido, para él parecía un trabajo muy agotador. Miro a su lado y suspiró resignado. Ya se había ido. Caminó en sus delgados pantalones de pijama—que no tuvieron tanta suerte de ser quitados por las manos tan anheladas que esperaba—y fue directo a la pequeña cocina a comer algo. Esta rutina se repitió toda la semana, desde que llegaron el viernes por la noche. Cuando el brujo le preguntaba sobre lo que se hablaba adentro, Alec se limitaba en darle un beso en la frente y decir "Asuntos de La Clave", Magnus supo que no estaba de humor para hablar de ello por lo que no insistió.

Pasaron las horas.

Una.

Dos.

Tres.

Cuatro.

Y la puerta rechinó al abrirse. Magnus se inclinó y sonrió a un exhausto Alec con las mangas de su suéter deshilachadas y los pantalones medio arrugados, él le devolvió la sonrisa y fue a sentarse a su lado en el estrecho sofá de color azul pálido. El brujo le dio un beso en los labios, un largo y sentimental beso que solo él lo entendería. Alec le sonrió. Su sonrisa era como una disculpa por hacerlo esperar tanto, porque cuando lo hacía valía la pena ya que Alec era lo mejor que su vida inmortal había encontrado.

- Lamento haber tardado tanto, ellos solo hablan y esperan que lo comprenda todo cuando lo hacen tan rápido y al mismo tiempo - De tan solo escucharlo sonaba agotador, Alec realmente lucía demacrado.

- Solo fueron un par de horas, nada de lo mi sopa de verduras no arregle - Dijo Magnus desapareciendo por la cocina y volviendo luego de unos minutos con dos platos llenos de sopa - Está caliente, deberías tener cuidado.

- Yo lo sé - Dijo sonriéndole y tomando de a sorbos.

Magnus se quitó un poco de cabello del rostro y miró a su novio entre sus pestañas -¿Ahora si me dirás lo que sucede en La Clave?

Alec tomó un segundo para suspirar, dejó el plato en la mesa de centro y lo miró serio - De acuerdo - Dijo.

Aunque Magnus no creía que fuera posible haberlo convencido, lo tenía que detener, tenía que saber lo otro antes. Alzó su mano derecha en señal de "ALTO".

-¿Qué?-

- Necesito saber tu respuesta.

Alec se enderezó - Pero estoy a punto de decirla..

¿Quién era yo? [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora