Capítulo 4

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Clary había dormido al lado de Simon toda la noche como acostumbraba a hacer en su vida mundana; apenas su mejor amigo era consciente de que Clary hablaba con él cuando quedó profundamente dormido. Ya temprano por la mañana, Clary salió de la habitación haciendo el menor ruido posible y comenzó su viaje hacia la biblioteca. Iglesia la había guiado mientras ella le dio un vistazo rápido a su teléfono.

Cuatro llamadas perdidas de su madre, genial, pensó Clary, ahora habría otra cosa por la cual preocuparse. Abrió la puerta de la biblioteca echando un vistazo, Alec estaba parado incómodo al lado del escritorio, en este estaba Isabelle y en el sofa: Maia y Bath un poco alejados que de costumbre. Todos la miraron con los ojos desorbitados.

- Hola ¿Que están haciendo aquí? - preguntó Clary hacia Maia.

- Nada - comentó Bath muy rápido, se mordió el labio bajando la cabeza a sus manos - Nos preocupamos por lo de Simon y quisimos venir para ver si podíamos ayudar en algo, cualquier cosa -

- Les dijimos que no era necesario - Habló Alec muy tranquilo - Isabelle y yo haremos todo lo posible para evitar lo que pasó ayer -

- Y si no lo hacen - dijo Maia mirando profundamente a Alec.

- Lo haremos. Sé que quieren ayudarnos pero no será necesario, si hay alguna amenaza para el instituto lo detendré -

Isabelle miró a su hermano como si hubiese dicho algo realmente hiriente, este la miró y por un momento creyendo que hablaría, Isabelle se levantó y salió sin antes volverse en medio del camino - Eres peor que papá -

La puerta se cerró fuerte y Clary miró confusa a Alec -¿A qué se refiere con eso? -

- Que tengo que cuidar el instituto -

El calor del día se hizo presente y con ello sus ojos se iban abriendo poco a poco, el sudor en la frente era una buena marca de que las pesadillas no se habían olvidado de él. Osiosamente era consciente de la ausencia de su pequeña amiga y con ello se sentó analizando la habitación, todo estaba exacto como era excepto por aquella melena negra hundida en el sofá mirando hacia la puerta.

-¿Isabelle?- Llamó con su melodiosa voz de la mañana.

Ella se incorporó tan rápido que causó un sobresalto a Simon. Isabelle, notando su rostro dijo.

- Me asustaste -

- lo lamento -

-¿Cómo estás?-

- He teñido peores - Rió.

- Claro - murmuró Isabelle mientras miraba sus botas - Los demas están en la cocina, Jace dijo que sería una amenaza ahí y me mando aquí con esto - De una mesa que no había notado, Isabelle sacó una bandeja de comida.

- Oh gracias - Simon se levantó y tomó la bandeja tocando las manos de Isabelle, ella alzó la vista sintiendo algo de torpeza y por un momento sintió que explotaría de frustración por no poder tocarlo como ella ansiaba. Simon solo se le quedó mirando, parte de él queriendo estudiarla. Isabelle encogió las manos y Simon apenas pudo sostener el plato.

- Lo siento -

- No - Bajó la bandeja al suelo y se acercó más a Isabelle, Simon tomó su mano con cuidado - He querido hacer esto desde que recordé que tú volviste por mí aquella noche. Tú estabas estabas enfadada conmigo - Sus labios se acercaban poco a poco, ambos estaban callados.

- Simon..- dijo Isabelle sorprendida por haberlo recordado, sus ojos brillaban como si una luz los reflejaba, antes de empezar el muchacho se inclinó y presionó sus labios contra los de ella. El sabor de su boca era una sensación única sin descripción definida, sus manos pasaron alrededor del cuello de Simon y este la acercó mas tomándola por las caderas mientras deslizaba las manos por la espalda, Isabelle se estremeció y profundizó más el beso mandándole un pedazo de recuerdo a Simon.

Hijos de la noche sobre el muchacho, mordiéndolo como si se tratase de un dulce.

Su cuerpo se tensó e Isabelle se alejó un paso atras -¿Qué sucede?-

Simon fue a sentarse con las manos en la frente - Tengo jaqueca -

- Es mejor que descanses -

-¿Te quedas?- dijo Simon algo avergonzado por ser tan apresurado.- Podría suceder algo malo si estoy solo -

Luego de un par de segundo de silencio y él, creyendo que Isabelle no aceptaría dijo - Bien -

En la corte de las hadas no se escuchaba ruido alguno, todo el mundo había dejado sola a la Reina como orden de esta misma ya que su momento de dar a luz comenzaba. Dos horas después la reina cargaba en sus brazos a un bebé que la belleza había premiado, era un hermoso niño con cabello claro y ojos azules como la noche.

- Ahora nadie podrá vencernos mi querido Sebastian - dijo la reina mientras incorporaba un beso en la frente del pequeño bebe.

***

Actualización - 6 de Marzo del 2017

¿Quién era yo? [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora