¿Quien era yo? XXVII

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Cuando se tratada de recibir sorpresas, a Simon no se le daba bien manejarlas. Sus ojos poco a poco se fueron abriendo pesadamente mientras se trataba de acostumbrar a la oscuridad, medió trató de descifrar el ligar en donde se encontraba, entonces volvió a cerrar los ojos y agradeció a su Dios que nada malo le había sucedido. Por lo menos hasta ahora. Medio tambaleandose se levantó del suelo y observó un aula de infantes, cuanto trató de dar un paso unos brazos salieron disparados a su torso para inmovilizarlo en su totalidad. Entre maldiciones y escabullimientos fallidos, llegó a la única y terrible conclusión. Había sido capturado, otra vez.

-¡Sueltame maldita rata pálida!-

La risa amarga y gruesa sonó a un centímetro de su oído causandole que todo el cuerpo se le estremeciera.

-¿Qué desea el pequeño?- Preguntó sin dejarle responder -¿Tal vez a su nueva familia nephilim? O ¿A su novia para que venga a ayudarte?-

-¿Que te parece si mejor nos ponemos a hacer galletitas y te busco un delantar que quede con esa voz gloroficada?- Dijo Simon sin contenerse el tono sarcástico.

El sujeto lo sacudió de una forma no tan amable, entonces Simon creyó que vomitaría si el hiciese eso otra vez.

A continuación, la puerta se abrió revelando a Maureen con una brillante sonrisa que sacaba a la luz sus afilados dientes. Aquella niña si que estaba fuera de control, pensaba Simon, llevaba un vestido rosa manchado de sangre seca, sus pies estaban cómodamente instalados en sandalias naranjas que resaltaban la muy palida piel de la niña.

- Hola, Simon - Sonrió.

-¿Eras tú, verdad? Lo hiciste conmigo, te metiste a mi mente - Gruño tratando de safarse del grandote.

Ella asintió - Te tengo una sorpresa, una muy grande, la verdad no estaba segura de encontrarte solo otra vez. Pero te vi.

-¿Sorpresa?- Su ceño se frunció.

Maureen volvió a asentir - Pero luego lo sabrás, ahora no es tiempo de eso. No, no, no. Ahora vendrás conmigo -

Simon trató de dar un paso en medio de las diminutas mesas de preescolar pero el sujeto que lo tenía lo alzó sin ningún problema mientras iba caminando detrás de Maureen que iba saltando y tarareando algo conocido.

-¿Por qué estabas tan solo? Te vi cuando saliste del instituto, pensé que alguien te seguiría. Tal vez Clary..-

- No tendría porque hacerlo -

Ahora Maureen se giró a verlo y sonrió mientras seguía sus pasos por el corredor hasta la entrada del patio de comida, Simon fue soltado sin piedad y fue tambaleándose hasta una mesa para encontrar apoyo. A su alrededor las pequeñas sillas estaban tiradas como si hubiese sido causado por un tornado. Todo el lugar, en realidad, era un desastre.

-¿Discutieron?- Él podía sentila sonreír.

Simon escuchó las leves pisadas que se acumulaban tras él. No deseó mirar ya que estaba seguro que no le agradaría.

- No quiero hablar de Clary. ¿Por qué me trajiste aquí?-

Maureen rió - Simon..te tengo una oferta que no podrás pasar por alto -

El muchacho se giró y lo primero que vió fue el mar de personas que lo miraban con demasiada atención, Simon comenzaba a sofocarse. Cuando finalmente pudo fijar su vista en la niña, habló.

-¿Qué es?-

- Quedarte conmigo, para siempre - Su sonrisa se amplió de una forma macabra.- Tu sabes...necesito a alguien de confianza y ellos no son más que aduladores -

¿Quién era yo? [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora