Resaca

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— ¿Es normal que mis ojos luzcan así? — Pregunto al reflejo de Scott en el espejo.

Me acerco más para apreciar el color rojo que rodea a mi iris.

— Si, se conoce como resaca. — Dice, mientras restriega el cepillo de dientes en su boca. — Pero puedo asegurarte que tu nariz no luce normal, parece una pelota de tenis.

Ruedo los ojos, pero un dolor atraviesa por mis sienes. — No es gracioso.

— Sí lo es. — Asegura con una brillante sonrisa. Escupe el agua de su boca y se recarga sobre el lavabo con los brazos cruzados. — Déjame ver.

Se acerca, y retrocedo un paso, marcando distancia con mis brazos extendidos. — No la toques, duele demasiado.

— Quieres romperle la cara a Holly, ¿no? — Se burla.

Niego con la cabeza. Anoche era la primera cosa que deseaba hacer, pero he decidido que el alcohol tuvo un papel muy fuerte sobre mis pensamientos. No volveré a tomar una gota más en mi vida entera, ¿qué pensara Will de mí? Lo bese en la primera cita, y no de la manera tierna en la que besas a tu novio de secundaria, debo decir. Además de que había estado bebiendo mucho.

Mis mejillas empiezan a tornarse rojas. — Tomare eso como un sí.

— ¿Qué haces en el baño de mujeres? — Suelto, para cambiar de tema. Las paredes tienen oídos en esta casa.

— Alguien vomito en nuestro baño. Es realmente asqueroso. —Sacude la cabeza.

Asiento. Esa fui yo, pero no le diré eso a Scott porque entonces admitiría que no soy buena bebedora frente al rey del alcohol que puede lucir como nuevo a las ocho de la mañana del día siguiente de salir a una fiesta.

— Yo lo limpiare. — Digo.

— No lo hagas. — Arruga la cara con asco. — Hay personas que se encargaran de limpiar eso en un par de horas.

En otras circunstancias, habría insistido, pero apenas puedo mantener una conversación en voz baja sin sentir mi cráneo partirse a la mitad, así que me quedo callada. Empiezo a cepillarme los dientes, sintiendo la vista de Scott clavada en mi nuca, y desvío la mirada con rapidez cuando su mirada encuentra la mía en el espejo. Luzco horrible, no necesita recordármelo.

— ¿Desayunaste? — Pregunta cuando estoy a punto de cruzar la puerta y despedirme.

— No...

— Vamos, necesitas un delicioso licuado especial para la resaca.

Pasa a mi lado y se dirige a las escaleras. En la cocina, saca varias frutas y verduras del refrigerador y las coloca sobre la mesa. Pone todas ellas en la licuadora, quitando las hojas y tallos verdes con una habilidad incomparable. Mi estómago amenaza con sacar lo que sea que tenga dentro cuando añade dos huevos crudos y una clase de polvo marrón.

— ¿Qué paso con el chico de ayer? — Pregunta Scott un segundo antes de hacer sonar la licuadora y hacer su mezcla rara.

— ¿Quién?

Trato de concentrarme en sus ojos, pero solo puedo ver el licuado gelatinoso y verdoso que está sirviendo en un enorme vaso de cristal. El hace una seña a sus ojos. — El chico de gafas, ya sabes.

— Will. — Digo. Me dejo caer en un taburete y le sonrío. — Pensé que ustedes dos eran grandes amigos. Ayer no dejaban de hablar.

— Yo solo estaba conociéndolo mejor para saber si es un buen partido para ti. — Se encoge de hombros.

Una hipster en Geordie ShoreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora