Alguien está celoso

854 47 9
                                    


Doy un paso vacilante al interior de la sala, tratando de hacer el menor ruido, pero me topo de inmediato con un rostro de hielo sentado en el frio suelo, dándome una mirada acusadora.

Scott guarda su teléfono celular en el bolsillo de sus jeans, y se pone en pie de un brinco.

— ¿Dónde se supone que estabas? Estuve buscándote, ¿no pudiste haberme respondido las llamadas y los mensajes? Pensé que Anna nos iba a matar. — Con cada palabra se acerca más, y tengo que retroceder un poco para que nuestros cuerpos no choquen.

— Escucha, lo siento, pero no escuche tus llamadas. — Digo, tratando de mantener la compostura.

— No te creo. — Se cruza de brazos. — ¿Dónde estuviste todo ese tiempo? Es el chico del club, ¿no? ¿Estabas con él?

Aprieto los labios y mis mejillas se tornan rosadas.

— No, no respondas. Eso es claramente un sí. — Al parecer está a punto de irse al segundo piso y dar fin a este regaño, pero regresa hasta donde estoy parada como una estatua, apenas digiriendo el hecho de que Scott está tratándome como a una niña. — No quiero que veas a ese chico.

— ¿Qué?

Se da cuenta muy tarde de lo que acaba de decir. — No a escondidas. Puedes invitarlo a la casa, que se yo. Se nota que es un jugador...

— Scott, cállate. — Murmuro. — Está afuera.

Sacudo la cabeza a la puerta abierta. Espero que Will no haya escuchado nada de nuestra incomoda conversación porque no quisiera que empezaran conflictos entre ambos por mi culpa.

Scott me ve, y después al lugar que le señale. Antes de que pueda hacer algo para detenerlo, ya está en la puerta, buscando a Will. — ¡Hermano! ¿Qué hay de nuevo?

Trato de no gritarle ahora mismo y muerdo el interior de mi mejilla. Escucho que Will le responde el saludo, demasiado cerca para mi desgracia, y un segundo luego ya está en el pasillo, viéndome.

— Ordenaremos pizza, es noche de películas, ¿qué ingredientes quieres, Sop? — Scott me dice conforme pasa por el pasillo hacia la cocina.

Will se para a mi lado y le doy una sonrisa de disculpa. Nadie me dijo de la noche de películas, seguro lo planearon cuando desaparecí del restaurant. Él me sonríe de vuelta, tranquilizándome, y acomoda el tirante de mi vestido.

— No sabía que ellos habían organizado esto. — Susurro.

— No te preocupes.

— ¡Demonios! — Will tiene una mancha de mi labial a un lado de sus labios y me apresuro a quitársela antes de que alguien de la casa se dé cuenta.

— Sophia, un paso atrás. — Scott grita desde la cocina, asomando la mitad de la cabeza por el pasillo. — Si, pepperoni y champiñones. ¿Una salsa peruana? ¡Por supuesto!

— ¿Siempre te tratan como una adolescente? — Will bromea y pongo los ojos en blanco.

— Todo era más sencillo cuando nadie me hablaba. — Digo. — Ven, vamos a la sala.

Avanzamos por el pasillo y entramos a la primera puerta a la derecha. La sala, para nuestra fortuna, está vacía. Me siento en el largo sofá, viendo como camina alrededor, observando la decoración, con las manos en los bolsillos del pantalón. Su larga figura vestida de una manera formal, pero al mismo tiempo no formal, hace un contraste perfecto con las botellas de licor que decoran los estantes del recibidor y con cualquier persona que viva en esta casa.

Una hipster en Geordie ShoreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora