Tres✿

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―¿Te gusto? ―. Preguntó. 

―¿Qué? 

―Vamos, Min Yoongi, solo respóndeme ―. Una risita divertida salió de ella ―. ¿Te gusto? 

¿Cómo se había dado cuenta? Él estaba seguro de que lo había ocultado a la perfección, ni siquiera el mismo Seokjin había conseguido notarlo ¿Por qué ella si? Sus mejillas se colorearon al instante, pues había sido descubierto ¿Qué se suponía que diría ahora? Naia se lo diría a Seokjin y gracias a eso dejarían de ser amigos, pero tampoco podía privarse de darle una respuesta a la chica.

¿Qué podía perder ahora? 

―Si. 

Yoongi bajó la mirada sintiéndose avergonzado, sin embargo, sintió como la mano cálida de Naia buscaba desesperadamente la suya. Una vez que la alcanzó, entrelazó sus dedos con los de Yoongi y le sonrió. El pelinegro pudo ver como las mejillas de la chica se coloreaban igual que las suyas y solo por un momento imaginó que las cosas no iban a terminar mal. 

―También me gustas, Yoongi ―. Mencionó la chica ―. Siempre me has gustado. 

Yoongi levantó las comisuras de sus labios al escuchar aquello, sin embargo, tenía la sensación de que algo no cuadraba en todo esto. ¿Naia tenía sentimientos por él? No, era ilógico. Algo muy extraño ocurría y lo descubrió en el momento en el que Naia se acercó a él y tomó sus mejillas para acercar su rostro hasta el suyo y de ese modo besar sus labios. El beso no se sentía real. Naia no era real. 

Abrió sus ojos a la mitad de la noche, dándose cuenta que se encontraba en su  oscura habitación y que el supuesto beso que se había dado con Naia no era otra cosa mas que un simple y tonto sueño. Terminó sentándose en el borde de su cama y cubrió su rostro con sus dos manos ¿Cómo iba a mirarla de ahora en adelante? Yoongi se sentía avergonzado de haber tenido esa clase de sueños con ella. No era correcto, pero ¿Cómo le explicabas eso a sus sentimientos? 

Estando en la escuela, Min Yoongi se dispuso a buscar a Naia en horas del almuerzo. Sabía que la iba a encontrar en el gimnasio, ya que acostumbraba a entrenar después de salir de clases; ella era una chica mucho más dedicada que Yoongi, quizás por esa razón el fallaba sus tiros y ella los anotaba o solo él perdía la coordinación cada vez que ella estaba cerca. 

―Naia ―. Llamó a la rubia, provocando que fallara su tiro libre. 

―¡Rayos, Min Yoongi! ―. Se quejó ―. Acabas de hacerme perder dinero. 

―No es mi culpa ―. El pelinegro levantó sus hombros ―. Vengo por ti para continuar con las tutorías de matemáticas.

Naia abultó los labios, si era honesta, no había entendido absolutamente nada de lo que Yoongi le había explicado y lo que era peor, lo poco que había aprendido, lo había olvidado al amanecer. Probablemente él la regañaría por no haber estudiado como se lo había recomendado. 

―¿No podemos hacerlo en casa? ―. Preguntó. 

Pero Yoongi negó, lo que más deseaba evitar en estos momentos era permanecer a solas con la rubia. 

―No podré darte tutorías en las tardes ―. Respondió ―. Me inscribí en un curso online y estaré ocupado. 

Aquello no era del todo falso, sin embargo, el curso no era precisamente para él sino para Namjoon, pero ahora aprovecharía aquella excusa para evitar encontrarse con la rubia por las tardes. 

―Eres un pesado. 

―Y tú una tonta ―. Rezongó ―. Ahora andando. 

La rubia caminó a regañadientes a la par del chico, no sin antes pagar el dinero que apostó y que claramente perdió. Por el camino no perdió la oportunidad de decirle a Yoongi que ella buscaría la forma de cobrarse el dinero que había perdido, pero Yoongi no le daba la más mínima atención, prefería ignorarla antes que prestarle atención y recordar el sueño. En ese momento sus pasos fueron detenidos por una chica. 

Eun Dan-oh extendía una caja de chocolates en dirección a Min Yoongi. El chico no pudo sentirse más incómodo, especialmente porque a muy pocos metros de distancia se encontraba Namjoon y a su lado aun se encontraba Naia. Ésta última no pudo evitar levantar sus comisuras; encontraba divertido que Yoongi tuviese una pretendiente que le regalara chocolates, aunque a él no le gustaban los chocolates. 

―Min Yoongi, traje esto para ti. 

Yoongi golpeó su frente con la palma de su mano y suspiró pesado. Había olvidado que tenía que hablar con Dan-oh sobre eso. El pelinegro podía sentir la mirada de Namjoon sobre su cuerpo y no podía sentirse más incómodo sobre eso. 

―Linda, eres muy amable al fijarte en éste tonto chico cabeza hueca ―. La rubia golpeó suavemente las costillas de Yoongi ―. Aunque no le gustan mucho los dulces, a la próxima te recomiendo traerle gomitas en forma de mandarinas, esas son sus favoritas. 

―Eun Dan-oh, ven conmigo. 

Yoongi tomó el antebrazo de la chica y la llevó consigo hasta la parte más alejada de la escuela: la azotea. Subió con ella tomada de su mano, pero lejos de haber un interés romántico, Yoongi se preparaba para ponerle un alto y finalmente rechazarla. Él no sentía nada por ella y estaba seguro de que nunca llegaría a enamorarse de ella tampoco. Una vez que llegaron, se aseguró de soltar su mano y permaneció de espaldas a ella. Tomó una buena cantidad de aire y seguido a eso, pasó sus manos por todo su rostro. 

―Yoongi ¿Pasa alg-

―Eun Dan-oh, no vuelvas a traerme chocolates ―. Interrumpió el chico. 

―Huh, Naia me dijo que no te gustaban ―. Mencionó ―. No lo sabía, lo siento Min Yoongi. La próxima vez traeré gomi-

―No, Eun Dan-oh ―. Volvió a interrumpirla. Se giró a verla, permaneciendo con una expresión neutral ―. Lo que digo es que... ―. Suspiró pesado ―. Eun Dan-oh, yo no siento eso por ti ¿De acuerdo? Lo siento si te hice creer cosas diferentes. 

Poco a poco el corazón de la chica se rompió. Agradecía que Yoongi fuera cruelmente honesto, pero no podía evitar crearse expectativas a causa de aquella cita. Quizás debió notarlo de inmediato, en el momento en el que Yoongi rechazó sus flores o las veces en las que la evitaba. Él solo había asistido a esa cita por sugerencia de sus amigos, más no porque él en verdad quisiera. 

―¿No sientes nada por mi? ―. Preguntó cabizbaja. 

Yoongi suspiró con pesar, apoyando sus manos sobre los hombros de la castaña. Se sentía culpable por hacerla llorar. Él pensaba en no lastimar el corazón de Namjoon, pero se olvidó que la chica también tenía un corazón y justo ahora lo estaba haciendo pedazos. 

―Lo siento ―. Respondió ―. Me gusta alguien más. 






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Te prometo ser yo » Min Yoongi; BTS ✿Donde viven las historias. Descúbrelo ahora