Equipo.

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Miré a todos lados cuando se habían llevado los cuerpos inconscientes, dentro de poco la policía iba a llegar.

Me dirigí a mi hermano. Él no podía quedarse aquí.

-Tienes que subir. -señalé-Y quédate escondido hasta que se vallan los policías.

-Estás idiota ya si crees que me voy a ir.

-¿Necesito recordarte que pasará si te vuelven a arrestar?

-¿Necesito recordarte que tienes una imagen que cuidar?

No lo iba convencer. Además, necesitaba que como mínimo me rompiera el labio. Y ya sabía cómo lo iba a hacer.

Tensé mi cuerpo alistándome para el golpe.

-Bueno, si no hicieras tantas estupideces entonces no me encontraría aquí.

Su gesto cambió a uno sorprendido.

-Yo no te pedí venir.

-Pero aún así no me corriste.

<<¿Si sabes que si sigues aplicando presión nos van a romper la cara?>>

Si querremos evitar que lo arresten, tiene que hacerlo.

<<Oh, ya entendí.>>

-Siempre necesitas que los demás vengan a limpiar tu desastre. Por qué como eres tan idiota tu no puedes hacerlo.

-Cuida tus palabras, Aidan. -me señaló.

Supe que faltaba poco.

-¿Porqué? ¿Porqué me vas a golpear?

-No me provoques.

-Anda, hazlo. Sabes que al final de todo yo tengo la razón. Yo siempre tengo la razón al decir que eres peso muerto.

-Aidan detente.

-Ni siquiera puedes tú solo con estas cosas, tratas de ser el héroe pero simplemente empeoras todo.

-Ultima vez que te lo digo. Cierra la boca.

-Yo no obedezco a los retrasados. ¡Si tanto quieres que cierre la boca ven y ciérramela tu!

Mi cuerpo se tambaleó con fuerza amenazando con caer el suelo. Sentí un enorme pitido en los oídos y el dolor y ardor en mi rostro se extendió en toda mi mandíbula. Parpadeé varias veces sintiendo el sabor metálico de mi sangre llenarme la boca.

Ryan estaba respirando agitadamente cuando me incorporé.

-Creo que con eso basta. -dije pasándome los dedos por mi labio roto. -Sube. -dije abrochándome las mangas de los puños y caminando por mi saco.

-¿Qué? -frunció el gesto.

-Ya tengo lo que necesito. Sube y no bajes hasta que te diga.

Escuchamos la patrulla derrapar afuera. Cuando me terminé de poner el saco me agité el cabello y me abrí el cuello de la camisa. Así, Ryan y yo estamos idénticos, menos por los nudillos. El los tenía sangrando, y yo los tenía intactos. El hielo había funcionado.

-Ryan, sube si no quieres que te arresten.

Todo pareció encajar en su mente.

-¡Me mentiste para tomar mi lugar, maldito bastardo! -me señaló.

-Me costó una posible contusión cerebral. -repetí sus palabras.

-Eres un idiota Dan.

-Sube. -ordené.

Cuando seas mía. Tomar una decisión.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora