Visita.

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Miré a T/n que caminaba de un lado a otro en la habitación mientras doblaba y acomodaba su ropa. Esta mujer tenía todo acomodado, muy acomodado y ordenado. Yo tenía mi grado de ordenar las cosas, pero ella simplemente parecía una maquina, siempre acomodando y perfeccionando todo.

A lado de ella, yo era un desastre.

Me pasé la mano por la nuca mientras doblaba las piernas en la cama, sin dejar de verla. La suave y ya cliente sabana a mis costados me distrajo por un momento, antes de volver la mirada en su dirección.

Había leves marcas rojas en sus nudillos, casi invisibles para cualquiera. Alguna otra persona pensaría que no tiene nada, T/n y sus gestos pasarían por desapercibido para el mundo, pero no para mí. 

Yo estaba ya entrenado para verla, sentirla y notarla en cualquier espacio en el que ella estuviera.

Su muñeca derecha también estaba roja y temblaba un poco. Algo dentro de mí se contrajo al pensar lo que había hecho, ayer por la noche había llegado con la mirada tan oscura y fría que me sentí intimidado, aunque no es nada nuevo que ella me intimide, lo hacia incluso antes de que volviera a ver.

Pero eso es lo que me mantenía a su lado, seguía con ella por que, a pesar de todas las cosas, buenas y malas, ella no me mentía, siempre me decía las cosas a la cara, y si alguno necesitaba ayuda, el otro estaba para sostenerlo y evitar que cayera, ella me había mostrado todas sus facetas, y de todas me había enamorado, incluso de la que viene acompañada de una mirada completamente fría, mas fría que un témpano de hielo, y gritaba peligro.

-¿Estás bien? -la escuché.

Su voz me regresó a la realidad, una donde no pensaba lo mucho que la amaba y lo importante que es para mi vida.

-¿Porqué lo dices?

-Puedo sentir tus curiosos ojos verdes mirarme con detenimiento.

Sonreí de lado, ella también era capaz de notarme, de sentirme.

Cuando terminó de guardar su ropa a lado de la mía, cerró el cajón y se giró a mi. Sus pequeñas, pero fuertes manos se posaron en su cintura. De nuevo bajé las mirada a ellas.

-¿Qué hiciste anoche? Después de salir de casa de mis padres. -especifiqué desviando la mirada.

Pude ver por el rabillo del ojo, como su sonrisa se esfumaba lentamente.

-Salí a resolver algo. -fue lo único que dijo.

El colchón debajo de mi, se hundió en cuanto ella se subió a mi lado.

-¿Con Ryan?

<<T/n es extremadamente honesta. No hagas preguntas a menos que estés listo para las respuestas.>>

Tragué con dificultad.

-Si.

Quería saber que había hecho, pero una parte de mí ya lo sabía. Lo imaginaba. Sus manos no estaban lastimadas, en lo absoluto, eran las ventajas de haber estado con un tipo que se dedicaba a las pelas ilegales.

Recordar a Zack hizo que mi pecho sintiera una punzada de culpabilidad.

Agité la cabeza queriendo alejar esos pensamientos. No estaba listo para saberlo, y la verdad, no estaba del todo seguro de querer saberlo.

Tomé sus manos y acaricié sus nudillos. El anillo que hace un año le di, al descubrir la verdad, seguía en su dedo medio de la mano derecha. Saber que lo llevaba todo el tiempo con ella, hacía que el pecho se me calentara.

No. No quería saber lo que hizo. No quería escucharlo salir de su boca.

-Me alegra que por lo menos ya no traten de matarse. -levanté la mirada después de darle un beso a sus nudillos.

Cuando seas mía. Tomar una decisión.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora