Capítulo 12

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Mientras veía los números moverse sobre mí, saqué el teléfono móvil que pocas veces usaba y marqué el número de Anna. Ella no demoró en atender.

—Luciana, ¿por qué no me respondías? El mensaje que me enviaste me dejó preocupada. ¿Qué sucedió con Marcus? —Formuló una pregunta tras otra, visiblemente sorprendida.

—No podía estar un minuto más cerca de él y su novia —resumí, no tenía ganas de entrar en detalles. No valía la pena.

—Lo siento, creí que las cosas serían diferentes en Rumanía —musitó apenada. Negué y las puertas del ascensor se abrieron, enseguida salí.

—Ya no importa, empaca, nos vamos de aquí —le hice saber. Ella nunca me dejaría sola, sin importar las circunstancias, viajaba conmigo a cualquier lugar, nunca nos instalamos en un sitio permanentemente.

—¿Estás segura?

—Sí Anna, esto se acabó. Estoy cansada —terminé de decir en voz baja. Escuché un suspiro del otro lado.

—Es lo mejor, Luciana, ha sido suficiente dolor.

—Hablaré con Ryan, tengo los boletos de avión para esta noche. Por favor alista todo, ¿sí?

—No te preocupes, yo me hago cargo —se detuvo un momento—, ¿puedo saber a dónde iremos esta vez? —Esbocé media sonrisa.

—Ya lo verás.

Terminé la llamada y me dirigí a la oficina de Ryan, pensaba pasar a verlo a su casa, pero al parecer tuvo que venir a la empresa de urgencia; sinceramente lamentaba mucho tener que dejarlo con el trabajo a medias, me avergonzaba demasiado, pero no tenía opción. Empezaría una nueva vida sin Marcus en ella, como debió de ser siempre.

Toqué la puerta, cuando Ryan me permitió pasar, entré; se notó confundido al verme llegar, pero la sonrisa amable y la emoción en sus ojos no dejó de estar presente en su rostro.

—Luciana, ¿qué sucedió? Desde que me llamaste no he podido estar tranquilo —dijo, poniéndose de pie y caminando hacia mí.

—Ryan, lo siento, siento defraudarte con el trabajo, pero tengo que irme —expliqué deprisa.

—¿Irte? ¿A dónde? —Inquirió.

—Lejos, ha ocurrido algo que me impide seguir aquí, por favor discúlpame. Terminaré los diseños de la campaña y te los enviaré, ¿de acuerdo?

—Eso no me importa —murmuró angustiado—, quiero saber por qué vas a irte. ¿Qué sucedió para que tomaras esa decisión?

Suspiré cansada. Detestaba que siguiera haciéndome preguntas. No quería dar respuestas ni explicaciones, solo irme antes de que Marcus volviera a la ciudad. Encontrarlo de nuevo sería devastador.

—Es una cuestión personal —expliqué a medias—, por favor no me preguntes más.

—Entiendo —aceptó cabizbajo—. Entonces, ¿lo que estaba comenzando entre nosotros...? —Dejó la pregunta a medias, respiré profundamente.

—Lo siento, de verdad lo siento. Quizás en otro momento —susurré, él sonrió un poco.

—¿Al menos puedo llamarte? No quiero perder comunicación contigo, no importa donde estés. Podría ir adónde sea. —Una sonrisa sincera fue lo que recibió de mi parte.

—Claro que sí, cuando esté instalada, te llamo, ¿te parece? —Asintió y tomó mis manos entre las suyas.

—Te deseo lo mejor, Luciana y si algún día quieres regresar, serás bien recibida —musitó sincero; asentí y le di un fuerte abrazo que él no dudó en devolverme.

Recuérdame ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora