Capítulo 15

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Volví la cabeza de un lado a otro frente al espejo, cerciorándome de que la mordida de Marcus no se viera, el maquillaje hacia milagros, incluso así, me sentía insegura, con la impresión de que cualquiera notaría ese hematoma en mi cuello. Maldita sea. Bien pudo quitármela, pero no dejaba de ser un vampiro posesivo y egoísta. Suspiré, dándome golpes mentalmente.

Él podría ser cualquier cosa y yo seguí amándolo; anoche en nuestro sueño lo comprobé, mas no quería aceptarlo en voz alta otra vez, no volvería al inicio.

Solté mi cabello y traté de mantenerlo como una cortina sobre mi cuello. Di la vuelta y Anna se encontraba en el umbral de la puerta, me observaba comuna bonita sonrisa en su cara.

—¿Y bien? ¿Cómo luzco? —Pregunté hacia ella.

—Perfecta, ya lo sabes, pero te gusta restregarme en la cara que eres hermosa —comentó fingiendo enojo. Reí.

—Anna, tú eres más hermosa que yo —manifesté segura.

—Ya quisiera yo tener a mis dos amores del pasado cortejándome, completamente locos por mí —murmuró burlesca, la miré mal.

—No es gracioso, ¿sabes? —Murmuré seria— Marcus tiene razón, yo no debí molestarlo cuando él ya tenía su vida hecha.

—Él hubiera hecho lo mismo, Luciana, tú lo amas, no entiendo porque lo rechazas ahora que por fin quiere estar contigo.

—¿No basta con todas las veces que me rompió el corazón? Sin contar lo mal que me trató nuestros últimos días juntos, eso no lo olvido, mucho menos que me haya separado de Nicholas.

—Pudiste casarte con Nicholas y le dijiste que no —recordó. Y era verdad, pero yo decidí no buscarlo.

—Porque tenía a ese vampiro metido en mi corazón —repliqué.

—Y en otras partes.

—Eres una... ¡Dios! Contigo no puedo hablar seriamente —me quejé, caminando hacia la puerta.

—Solo quiero hacer más llevadero esto —me seguía—, pero volviendo al tema, Luciana, no te engañes, Luke no es Nicholas, solo son idénticos... e igual de apuestos debo añadir. —Me volví a verla, enfadada.

—Créeme que tus consejos son pésimos.

—De acuerdo, lo siento —suspiró, como si eso le fuera necesario—, no quiero verte sufrir, amas a Marcus, perdónalo y sean felices. Vamos, quiero verlos juntos otra vez.

—No puedo, Anna.

—Quizá su forma de actuar jamás fue la correcta, te hizo su esposa a la fuerza, lo recuerdo y no estuvo bien, pero se desvivió por ti, en darte todo lo que necesitabas, se puso a tus pies y nunca te faltó, mucho menos te obligó a estar con él —prosiguió—. Siempre te ha amado, tú los has dicho: las personas hacemos cualquier cosa por amor.

La escuché atenta, tenía un revuelo de sentimientos dentro de mí.

—Tal vez no era tu destino estar con Nicholas —callé y ella se dedicó a seguir con su letanía—. El que Marcus te haya visto en aquel prado, que él pasara por ahí precisamente ese día, no es una casualidad, ambos se pertenecen. Yo lo sé.

—No me ayudas, Anna —susurré—. Creo que puedo entender a Marcus cuando me pidió tiempo, justo ahora lo necesito —agregué—, te veo más tarde.

Caminé hacia la puerta, pero ella me tomó de la mano.

—Piénsalo, Luciana. No dejes que el rencor te domine, ambos cometieron errores, está en ustedes poder arreglarlos para ser felices.

Recuérdame ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora