[24] Día 31: Ars longa, nova vita

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Aterrizamos en Hawaii y Jennie intentó hablar conmigo unas mil veces más, pero no le presté atención. Al menos eso aparentaba porque, en realidad, me moría de ganas por hablar con ella. Luego pensaba... ¿Y qué le digo? Hola Jennie, voy a dejar la gira porque tengo un problema con las adicciones y quiero superarlo, y se me pasaba. Después de una larga conversación con BamBam y Jackson llegué a la conclusión de que era mejor que Jennie no supiese nada de esto. No podía permitirme mantenerla a mi lado... Mi vida sería un caos.

De nuevo no pude dormir. La habitación daba a una playa preciosa y antes que combatir mi insomnio me dejé embaucar por los encantos de la isla. Cogí una sudadera ancha del grupo y salí de la habitación para caminar por aquella playa que incluso desierta tenía ese encanto natural.

Dejé mis chanclas a un lado y pisé la arena con mis pies. Esa sensación que da no quemarte por el sol... En el fondo iba a echar de menos vivir en aquella nube que la gira me permitía disfrutar. Los hoteles, las ciudades nuevas... Iba a ser complicado olvidarlo.

También añoraré esas preguntas y respuestas que tenía con Jennie, los cereales y dormir abrazada a ella en el sofá del autobús, pero no había forma de dar marcha atrás. Quería culparme de todo lo que pasaba y perdonar a Jennie pero ella no entendía absolutamente nada, y, ni yo era la culpable de todo el problema, ni tampoco la causa era única y exclusivamente Jennie.

Si algo había hecho en el tour era madurar en otros aspectos en los que no me hubiese parado siguiendo mi vida de universitaria sin más. He aprendido mucho, he descubierto cosas maravillosas, pero no, definitivamente no había nada más que aprender.

Por mucho que quisiese agotar todas mis fuerzas en exprimir hasta la última gota de aprendizaje en el tour ya no había más... Y si exprimía más me iba a matar.

Me senté en la arena. Me dió igual mancharme... Qué más dá. Mañana no iba a estar aquí y la sudadera se podía lavar.

Miré el océano y la luna, también las estrellas, pero pronto esos pensamientos fueron interrumpidos por la persona de siempre solo que esta vez no era mi imaginación jugándome una mala pasada.

- Me ha dicho Kai que os va a sustituir el resto de conciertos. Lisa, cuando te dije que quería que te fueses... No sé qué me pasó. No te lo tomes tan literal.

- Jennie. Sin querer me has dado el mejor consejo que me podrías haber dado -respondí sin miramientos.

- Quédate. Mi contrato acaba, nosotras ya hablamos esto...

- No quie... No puedo. No me lo puedo permitir.

- No quieres estar conmigo.

- ¿Quieres la verdad o un cuento?

- La verdad, supongo...

- Ahora mismo no quiero que estés conmigo.

- Eso debería decidirlo yo, ¿no? Yo sí quiero estar contigo.

- Cuando me dijiste que cambié... Es cierto. Lo hice.

- No te quedas... Realmente te vas por mi. ¿Te estás despidiendo para siempre?

- Mira, Jennie -la miré a los ojos y ni siquiera reaccioné a su estado de ánimo. - Cuando tú abres un libro ya estás descubriendo una historia. Quizás no la recuerdes todos los días, o quizás la olvides durante mucho tiempo... Puede que ni la olvides. Pero siempre estará ahí. No te puedo asegurar si esto va a ser un hasta luego o un hasta siempre porque no tengo la suerte de conocer el futuro, pero necesito irme. Es una decisión que está ya tomada y no quiero cambiar porque si la cambio, entonces volveré a caer en el mismo error. Quiero cambiar otra vez. Quiero volver a ser la misma de siempre. No la persona que tú has conocido a la primera... La persona que fuí antes, cuando tenía la vida completa.

INSTANT CRUSH | JenlisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora