Capítulo 19: "Desesperados"

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CAPÍTULO 19:

"Desesperados"

Luego del encuentro con los Foster días atrás, Kurt se sentía paranoico y le preocupaba salir con Steph a cualquier lugar y que lo estuvieran siguiendo.

No dejaba de repetirse que era su hija y que nadie podía quitársela, pero, aun así, sus emociones lo superaban la mayor parte del tiempo.

Por quinta, sexta o séptima vez, quizá era la novena; ya había perdido la cuenta; miró el reloj con desesperación. ¿Por qué tardaban tanto? ¿Y si había ocurrido algo?

"Desecha esos pensamientos" —repitió varias veces en voz alta—. "En cualquier momento van a llegar".

La puerta se abrió minutos después dando paso a una risueña y bulliciosa pequeña, quien fue corriendo directo a abrazar a su progenitor.

—¡Papito! —exclamó feliz.

—Mi niña hermosa, ¿cómo estás? ¿Cómo te fue? —intentó no mostrar su estado alterado.

—¡Muy bien! La maestra me felicitó por mi proyecto.

—Hiciste un gran trabajo, amor —le sonrió, aunque lo que más deseaba era nunca soltarla—. Estoy muy orgulloso de ti.

—Gracias, papito. ¿Y tú cómo estás? ¿Qué tal estuvo tu día?

—Bien, amor, y ahora que has llegado estoy mejor todavía.

—¿Estás seguro? Porque te veo la carita como... no sé —lo observó detenidamente—. Triste no estás, pero algo te pasa.

—Estoy un poco cansado, eso es todo. Ve a lavarte para que comamos —le besó la frente.

La niña asintió y se fue.

Blaine entró con la mochila de Steph en el hombro y una bolsa en una mano.

—Hola, amor.

En cuanto Kurt lo vio, el semblante le cambió.

—¿Qué fue lo que pasó? —cuestionó con voz seria.

—No entiendo tu pregunta.

—¿Dónde estabas?

—Fui por Steph a la escuela —lo miró confundido.

—Me refiero a por qué tardaron tanto. ¿Es que no entiendes que expones a mi hija?

—Me parece que estás algo alterado y necesitas calmarte para que podamos hablar.

—¿Calmarme? ¿Cómo quieres que me calme si lo único que tenías que hacer era ir por mi hija y venir directo a la casa? Pero, no, en lugar de eso te las llevaste a otro lado.

—Papi...

—Steph... —volteó sorprendido— Pensé que habías subido.

—Me acordé de algo y regresé para decirte —lo miró preocupada—. Fue mi culpa. Le pedí a mi papi que compráramos helado para el postre, pero no había ninguno de los sabores que me gustan así que fuimos a otro local que está más lejos, por eso nos demoramos.

—Cariño...

—¿Estás enojado conmigo?

—No, claro que no.

—Tampoco tienes que enojarte con papá. No hizo nada malo.

—Princesita —intervino Blaine—, tu papá no está enojado. Estaba preocupado porque no llegábamos.

—Sólo fuimos a comprar helado.

—Pero él no lo sabía, y yo no lo llamé para avisarle. Ese fue un descuido de mi parte.

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