Capítulo 23: ¿Alguien ha visto mi felicidad?

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CAPÍTULO 23

"¿Alguien ha visto mi felicidad?"


Kurt despertó lentamente entre pequeños movimientos y varios bostezos. Por alguna razón se sentía un poco más tranquilo y quería permanecer en ese estado, pero inevitablemente la conciencia se fue volviendo presente sin que hubiera forma de detenerla.

Con un ligero gruñido comenzó a parpadear, no logrando enfocar nada debido a su visión borrosa. Repitió la acción varias veces hasta que su cerebro registró que no se encontraba en su habitación.

Abrió los ojos a gran velocidad y observó todo con preocupación. El lugar no le resultaba desconocido, pero no sabía con exactitud dónde se encontraba hasta que su mente se fue aclarando y soltó un jadeó fuerte ante los recuerdos que se presentaron.

—¡No, no, no, no! —se cubrió el rostro— ¿Qué hice? —su respiración se agitó.

—Tranquilo, cariño —dijo la mujer con voz suave al ingresar a la sala.

—Michelle, lo lamento tanto... Te grité, te hablé horrible... Yo, yo...

—Shh, no pasa nada —se acercó y le acarició el cabello.

—No fue mi intención.

—Lo sé, amor. Tranquilo.

—Perdóname —intentó sentarse—. Por favor, perdóname.

—Sí, está bien, pero relájate —lo hizo acostarse y llevó nuevamente una de sus manos hacia la castaña cabellera.

—Michelle, yo...

—Amor, lo sé. Eres la persona más dulce y amable que he conocido —empezó a acariciarle los contornos del rostro con la otra mano—. Respira despacio y relájate. Te prometo que todo está bien.

Kurt cerró los ojos y pasó saliva con dificultad, rogando que su corazón dejara de golpear con tanta fuerza contra su pecho.

El toque de Michelle era tan suave y maternal que lo fue envolviendo en una sensación cálida y tranquilizadora. Cuando se dio cuenta, el ritmo de su respiración era casi normal y su cuerpo se había relajado.

Aquella calma trajo muchos sentimientos y emociones a la superficie, haciendo que varias lágrimas rodaran libres. Primero un par y luego fueron incrementando a gran velocidad, sin embargo, y por alguna razón que desconocía, se sintió bien llorar.

—Déjalo salir, cariño —susurró sin dejar de acariciarle el cabello y el rostro—, aquí estoy para ti.

Por primera vez en mucho tiempo, la mente de Kurt se quedó en blanco. No había imágenes, pensamientos perturbadores, miedos, caos, nada. El llanto se tornó más fuerte, pero silencioso, haciéndolo sentir aliviado, como si con cada lágrima derramada se volviera más ligero.

Los minutos transcurrieron y exhaló con fuerza por la boca, manteniendo aún los ojos cerrados.

—Gracias —susurró limpiando su rostro.

—¿Cómo te sientes?

—Mejor. No logro comprender cómo es posible, pero estoy más tranquilo. ¿Cómo sabías que eso iba a funcionar?

—No lo sabía, pero esperaba que lo hiciera. Es una técnica que utilizaba con Blaine cuando ocurrió lo de su hijo. Era lo único que lo calmaba.

—¡Oh! —jadeó y limpió con su puño una última lágrima que parecía haberse quedado rezagada.

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