"¿Dónde estás?"

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                       CAPÍTULO 7

El día estaba muy lindo para ir a correr, así que me vestí y salí. Salgo a la mañana porque de tarde voy al colegio. Empece a los 10 o 11 años, cuando sentía que los problemas se me venían encima. Eso me desahogaba. Sobre todo era más en la escuela. El bullying aumentaba. Nadie era bueno, ahí te cargaban por todo lo que tengas. Incluso si eras fanático de un cantante. Imagínense, llegué a tener ataques de pánico y cada vez salía peor. Termine mi larga corrida, y me paparé para la escuela, pero pensar el no saber que responderle todavía al chico de rulos, si, a Mateo, cuando llegue ahí, me da nervios. Finalmente llegué, pero no vi en ningún momento al insoportable, ¿dónde estará?, Entre a mi aula. Estaba pensando en salir al recreo a ver si lo veía, no sé por qué tenía ganas de verlo, es raro en mí. Así que salí al recreo, pero tampoco estaba. Pase por su aula y nada, ni señales de vida de él. Igualmente, lo vería en taekwondo hoy, así que no importaba tanto. No me voy a desesperar por verlo. Beso en el cachete y ya saben todo el despido, así que sigamos con lo importante. Una vez que llegue a taekwondo tampoco estaba, si antes no estaba desesperada, ahora sí. Me quedé pensando en toda la clase, ¿Dónde está?, ¿Le pasó algo?, Cuando termine la clase y fuimos a casa con mis padres. Les dije que iba a salir un momento para pasear un rato porque necesitaba tranquilidad. Lo raro fue que Amalia me miró raro, porque saque un paraguas del paragüero.

-¿Por qué llevas un paraguas? Si no llueve.

-Nadie sabe, probablemente llueva después.-dediqué una cara haciéndome la misteriosa.

Cerré la puerta y me fui. Llegue a mi destino. Y ahí estaba él, parecía triste, permanencia sentado en un escalón de una casa sin techo. Me acerqué con el paraguas abierto. Estábamos los dos bajo la sombrilla. Ustedes pensarán como yo sabía su dirección, fuimos a buscarlos en la exhibición con el coche, sabía el camino de memoria. Justo se había puesto a llover, parecía escena de telenovela, pero créanlo. Esto fue real. Nos miramos.

-No quiero desaparecer, pero tampoco quiero que me dañen. Supongo que es el riesgo de querer. Por eso elijo quererte y correr ese riesgo.-Dije sosteniendo la sombrilla y mirándolo a los ojos.

-Yo am...

-¿Estás nervioso?-Dije provocando.

-Tal vez, o tal vez jamás pensé que me dirías esto. Desde el primer momento te quise, no puedes pensar que te dañaré.-Dijo él cerca de mi boca.

-¿Por qué faltaste?-Pregunté.

Se apartó rápidamente de mi boca y comenzó a comportarse raro.

-No quiero hablar del tema.

Conozco esa mirada, ese comportamiento y lo raro que se puso en un segundo.

-¿Te burlan en la escuela, quizás?

-No quiero hablar del tema.-Repitió

-¿Cómo pretendes que comencemos algo si ni puedes confiar en mí?

-Me burlan por mis dientes.

-¿Por tus dientes?

-Si, me dicen que soy dientudo.

-Pues, no les hagas caso. Todos te burlarán por algo, pero que caso tiene ser perfecto sin deferencia al resto. Tal vez por eso me fije en ti. Tus defectos te hacen único.

-Tienes razón.

Entendí que somos muy iguales, diferentes pero iguales. Ambos estábamos rotos innecesariamente.

-Hahaha, que te haces el imperfecto, si veo siempre a muchas chicas que te quieren hablar siempre.

-Puede ser muchas, pero solo me importa una.

-Así que cuando te sientas devuelta de esta manera, no dudes en llamarme, siempre estaré para ti. Incluso mi familia y Amalia que ya te quiere y siente que sos de la familia.

Hicimos una pausa, los dos nos quedamos callados sonriéndonos. Lo acompañé hasta la casa.

-Fui tu salvación, por lo menos no te enfermaste.-Dije mientras estábamos parados en su puerta.

Me miró y me dio un beso en el cachete.

-Gracias, Marcianita-susurró.

Entre a casa, deje el paraguas en el paragüero.

-¿Y como te fue en tu paseo?-Preguntó mamá.

-Interesante-Respondí.

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