"Marcianita"

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                        CAPÍTULO 3

Este día me llevo mamá a la escuela. Fue muy placentero que me llevara, de veces en cuando yo suelo ir sola. Extrañaba mucho ir con Amalia, sobre todo sus besos en la frente cuando llegaba a la puerta del colegio. Esta vez lo volvió a hacer, casi me pongo a llorar de alegría así que entre, cuando subimos al aula la profesora Analía me pidió que lleve su registró al aula de sexto grado. Jamás me gusto ir a las aulas de los más grandes, pero tuve el valor y entré sin pensarlo. Le doy a la profesora él registró y cuando trató de salir lo más rápido posible escucho.

-¡¿Marcianita eres tú?!

¡Rayos! ¡Era Mateo!, ¿Pero qué hacía el fastidioso en esta escuela?¿Cómo es que nunca lo vi? Seguro es porque nunca salgo al recreo, ya que me excluían de igual manera. Soy rara. no les agradaba, tampoco quería caerles bien. El recreo es en el patio. Todos los chicos de todas las aulas salen.

-Sí, soy yo, ¿Qué quieres?

-Nada, ¿siempre andas a la defensiva?

-No. Suelo ser muy buena con todos. No soy de odiar, pero tienen que ser muy especial para que alguien no me caiga.

-¿Estás diciendo que soy especial?

-No... yo...no quise decir eso- le dije mientras me ponía nerviosa.

-Claro, digamos que no quisiste decir eso- dijo el fastidioso muy engreído.

Nunca me había puesto tan nerviosa. Mi lengua se empezó a trabar, hasta que deje de hablar porque un chillido sonó para mi suerte, era el timbre del recreo.

-¡Ven! ¡Rápido!- dijo- mientras me sujetaba la mano y me llevaba a un lugar.

-¿Qué haces?, ¿a dónde me llevas?

-¡Llegamos!

Me llevo hacia donde estaban las escaleras arriba.

-¿Qué?

-¿No quieres aprender a hacer bien tu patada sin caerte?-me dijo- mientras se acercaba lentamente hacia mi cara.

No entendía nada, ¿Acaso él me iba a enseñar?

-¿Esto es una especie de broma? ¿Qué quieres que me caiga?

-¡Vamos Wendy!, yo te enseño.

Me muestra como se hace y cuando lo hago me agarra de la cintura para que no me caiga. Mientras nuestras miradas eran muy intensas, tenía los ojos más hermosos que había visto. Al final me salió.

-¿No tienes que ir con tus amigos en el recreo? -pregunté- muy curiosamente.

-¿Quieres que me vaya?

-¡Si!- Exclame.

En realidad no quería que se fuera, quería que se quedara, pero si se quedaba tendría que ser porque él tomara esa decisión. No porque yo se lo diga.

-¡Está bien, Adiós marcianita!- Dijo Mateo soltando una carcajada.

¿Qué? Noo, desearía que se hubiese quedado, ¿en qué estás pensando Wendy? Es mejor así. ¿No te estará pareciendo lindo el chico de ojos azules, verdad? No. El fastidioso jamás me va a gustar, decía en mi subconciencia.

Había terminado la diversión. Tenía que volver a clases, faltaba muy poco para irnos. Hoy tenía taekwondo, así que vería al fastidioso otra vez,que tortura. Toco la campana para irnos, guarde mis libros, mis útiles y nos fuimos hasta la puerta. Analia me saluda, amo mucho más a la profesora de lengua es muy transparente y siempre sonríe con una sonrisa que ilumina todo un salón. Me da un beso y me voy corriendo hacia donde están mis papás. Llegamos a casa y me visto. Me puse mi dobok que mamá había encargado para mí y que el sabon trajo. Cuando llegamos haya estaba el chico de rulos parado al lado del maestro otra vez. Entro y hago mi clase, nos tocó hacer patadas. Mateo vio que me salió bien y sonrió al instante sus ojos brillaron, tal vez sea por otra cosa no creo que fuera por mí. Me toco enfrentarme con él esta vez, tuvimos que hacer una llave de tirar al piso. Yo lo hago y lo tiro al piso, pero me caí arriba de él, su cara estaba cerca de la mía y sus manos estaban sujetandome la cintura.

-¿Estás bien?- Preguntó - con cara de preocupado.

-Sisi, estoy perfecta.

-¿Así que buscabas un pretexto para caerte arriba mío?-masculle- tan cerca que sentia su respiro cerca de mi oido.

-¡Ay, por favor!- me levanté.

Lo saludé y rotamos de compañeros. Al finalizar la clase. Me fui al baño y me cambié. Salí y ya no lo veía, seguro se había ido, así que me fui hacia afuera. Vi el coche de mis padres que me esperaban para irnos a casa, entre. Llegamos a casa. Hice mi tarea y me dormí de tan cansada que estaba.

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