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El alfa caminaba de un lado para el otro luego de ver que ocurría lo que más temió y advirtió días atrás. La guarida de Hydra que habían encontrado estaba siendo abandonada por sus ocupantes.

—Steve, siéntate de una maldita vez— Dijo Natasha ya arta de ver al rubio yendo de un extremo de la pared a la otra.

—Es que— Se pasó las manos por su rostro y luego se apretó el puente de la nariz, necesitaba relajarse o terminaría gritando - Es que se los dije, debíamos ir a acabar con aquella guarida en cuanto supimos de ella.

—Pero hay que seguir los protocolos, capitán— Dijo Fury, quien apareció por unas de las puertas.

Los ojos azules miraron con enojo al beta.— Si los protocolos entorpecen un trabajo y causan desastres no son necesarios - dijo tajante.

En contra de su propia voluntad (pues su interior le gritaba que ir en dirección de un alfa enojado no era buena idea)Clint recorrió pasillos hasta llegar donde el capitán. Al abrir la última puerta las feromonas fueron un golpe a su nariz. Se sujetó de la pared, pues el aire le comenzaba a faltar— Cap… esta… está todo listo para… irnos.

—¡Clint!— Corrió hasta el rubio y alcanzó a tomarlo antes que se desvanecería.— Te llevaré a la enfermería.

Negó lentamente— Tus feromonas- dijo con dificultad.

Estaba tan ensimismado que no había notado la cantidad de feromonas que liberó - Lo siento, te llevaré afuera enseguida, el aire te hará bien.— Le besó la frente tiernamente mientras lo cargaba.— No es contigo, sé que lo sabes— Aclaró, aunque sabía que Clint lo sabía.

—Yo sí, pero mi omega es otra cosa. Aunque si tuviera una mordida en mi cuello, quizás conectaría mejor mis sentimientos con tu alfa.— Una simple mordida solucionaría tantas cosas.

— Ya te he dicho que no puedo— Suspiró.

—Sé que tuviste un omega y fue doloroso perderlo, pero a mí no me perderás.

— Claro, porque están seguro ir por allí saltando de edificios y disparando flechas.

—Al menos yo no salto de aviones sin paracaídas.

— Bueno punto.

Ya en el exterior, el olor que causaba malestar a Clint se disipó, pudiendo respirar mejor. —Yo digo que en dos años.— Clint miraba fijamente esos ojos azules.

—¿Qué pasará en dos años?— Preguntó ladeando la cabeza.

—Tú quieres darte de baja, y yo haré lo mismo. Hay que ser realista, ya hay tipos abriendo portales, volando y uno mitad araña, seremos obsoletos. Nos retiramos y vamos a vivir algún lugar en medio de la nada y tenemos una granja.

—¿Una granja?— Preguntó alzando una ceja.

—O una isla, da igual. El punto es que no veamos Aliens, dioses que quieren apoderarse del mundo o estatuas gigante saliendo de la nada.

—Solo nosotros dos— finalizó la idea de Clint.

—Exacto. Y quizás un perro.

—O un cachorro… — Dijo Steve desviando la mirada.

Sonrío ante las palabras del alfa. —Estoy algo viejo para tenerlo yo, pero estoy de que la doctora Cho nos puede hacer un bebé con nuestro ADN. Aunque no sé que tanto quiero que se parezca a ti, ¿Cómo cuido a un bebé que se arroja de aviones?— Bromeó.

—Entonces dos años— besó a Barton.

—Busquen una habitación— Dijo Sam, quién caminaba en dirección a la nave.

Recompensa de una venganza Donde viven las historias. Descúbrelo ahora