01. Encuentro.

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Jimin

Corre, corre, solo sigue corriendo...

Intenté que mis piernas cansadas siguieran bombeando. Mis músculos quemaban como si me estuviesen inyectando veneno y mis pies descalzos estaban completamente insensibilizados, ya que se estrellaban en el frío y duro suelo del bosque, pero no podía parar... no podía darme por vencido.

Respira, corre, simplemente sigue avanzando.

Mis ojos se movían alrededor de la oscuridad del bosque, en busca de los discípulos. No veía a ninguno, pero sólo era cuestión de tiempo, pronto se darían cuenta de que no estaba. Pero no podía quedarme, no podía cumplir con mi deber ordenado por el Profeta; no después de lo que pasó esta noche.

Corre, basta con correr.

Pasando la tercera torre de vigilancia sin ser visto, me permití sentir una pizca de alegría, la valla perimetral no estaba demasiado lejos. Me permití sentir la esperanza de que realmente iba a poder escapar.

Entonces la sirena de emergencia sonó y me estremecí deteniéndome.

Ellos lo saben, ellos vienen por mí.

Obligué a mis piernas a moverse aún más rápido; espinas y palos afilados se clavaban en las plantas de mis pies. Apretando los dientes, me dije a mí mismo: No sientes dolor. No sientes dolor, piensa en Taemin. No me podían encontrar, no podía dejar que me encontraran. Sabía las reglas; nunca irse, nunca intentar salir. Pero estaba huyendo, estaba decidido a escapar de la maldad de ellos.

Detecté los altos postes de la valla perimetral, mis brazos bombearon con renovado vigor mientras hacía los pasos finales de mi carrera. Me estrellé contra el rígido metal con un choque, los postes aplastándose en la fuerza de mi colisión.

Frenéticamente buscaba un hueco, algo que me permitiese salir, pero no había nada.

¡No! ¡Por favor!

Corrí a lo largo de cada uno de los postes, sin espacios, sin agujeros... sin esperanza.

Preso del pánico, caí al suelo, arañando la tierra seca, haciendo un túnel, cavando en busca de la libertad. Mis dedos arañaron en el duro barro, doliéndome, mi piel rasgándose, y la sangre fluyendo, pero no me detuve. No tenía más remedio que encontrar una salida.

La sirena gemía, pareciendo gritar cada vez con más fuerza, como una cuenta atrás para mi recuperación. Si me encontraban, me vigilarían constantemente, sería tratado peor que nunca, y sería aún más prisionero de lo que era en estos momentos.

Prefería morir.

¿Cuánto tiempo he estado afuera? ¿Estarán cerca? Pensamientos aterrorizados se arremolinan en mi mente, pero seguí excavando. Entonces escuché a los perros acercándose; con ladridos y gruñidos furiosos que demostraban la rabia de los perros guardianes de La Orden... Mi excavación se hizo más frenética.

Los guardias de los discípulos llevan armas; grandes, pistolas semiautomáticas. Ellos defendían esta tierra como leones, ellos eran brutales y siempre conseguían a su presa. Sería capturado y castigado, al igual que él... Torturado por mi desobediencia.

Hades ‣Kookmin. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora