18. Solo vete.

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Jungkook

Abrí la puerta de mi cobertizo y entré en el amplio espacio. Una gran cabeza rapada estaba atada a una silla. Agarré al maldito para levantar su cabeza y vi tatuados "RR", "CC" y esvásticas chinas en su piel. Cabezas rapadas. ¡Malditos chinos! Taehyung me siguió detrás mientras que Zico, Chanyeol y Yoongi se quedaron a un lado, mirando al maldito.

Frenéticamente, sus ojos se movieron entre nosotros cinco. Yo sonreí y me quité la camisa mientras me dirigía al gabinete del cuchillo, pero el bastardo decidió abrir su estúpida boca.

–¡No voy a hablar! -él siguió mis movimientos; sus ojos se abrieron cuando tomé mi cuchillo –¡Nada de lo que hagas me hará hablar!

Saqué el afilador, y me puse a afilar el cuchillo, el acero duro raspó el cuero grueso.

–Oye, tú, el del cuchillo. ¡Estoy hablando contigo!

Yoongi se cansó y orinó alrededor de él, luego con una sonrisa maniática agarró sus mejillas con fuerza.

–Él no habla. ¿No has oído los rumores de los Hangmen?

Dejando el afilador, caminé para estar delante del hijo de puta que mató a Baekhyun. Este tragó saliva y una gota de sudor corrió por su cara.

–¿El Hangmen mudo..? -susurró, cuando lo entendió. Simplemente sonreí en respuesta. Sí, es el maldito mudo.

La silla comenzó a mecerse mientras el chino luchaba para liberarse de sus ataduras. Negué y chasqueé la lengua. Se quedó helado cuando me acerqué y pude oler el hedor de su orina del suelo.

–¡Mierda, Jeon, tu reputación precede! -Zico juntó las manos, riéndose junto con Chanyeol.

Hice un gesto con mi barbilla, ordenando a Taehyung que se uniera. Giré el cuchillo en mi mano y agarré el mango. Para acelerar las cosas, presioné la punta en el pecho desnudo del hijo de puta, luego empecé a tallar la primera parte de mi firma, una gran H en su torso. Cavé lo suficientemente profundo en la piel para causar dolor, pero no lo suficiente para perforar cualquiera de los órganos principales. Hacer esta mierda requería habilidad.

Obtuve una gran sonrisa por el grito agonizante del chino y di un paso atrás para admirar mi obra. Chanyeol se acercó y silbó.

–Jeon, eso es una maldita fina pieza de arte.

El chino, ahora delirando de dolor, se retorció en la silla. Las ásperas cuerdas gruesas frotaban constantemente sus muñecas, exponiendo más y más piel en carne viva.

–No voy a hablar -escupió –Si lo hago, moriré, ya sea por ti o por mi gente. Como lo veo, estoy muerto de cualquier manera.

Negué con la cabeza.

El calor del verano era malditamente sofocante en este cobertizo, y tres horas más tarde, la resistencia del chino estaba empezando a fallar. El chico que ordenó el golpe a los verdugos era nuevo. No se afilió a ninguna pandilla existente, mafia o club. Era uno de traje. Un rico con traje que prometió liberar a su Gran líder de la prisión, el comemierda estaba cumpliendo veinte años después de matar a algunos norcoreanos que se habían negado a obedecerlo.

La pregunta era: ¿cómo supo el de traje dónde mierda estuvimos hoy? El puto chino necesitaba decirme quién estaba filtrándose en mi club.

Hades ‣Kookmin. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora