JungkookBaekhyun fue sepultado cinco días más tarde: en un ataúd negro y cromo, con unas monedas sobre los ojos y enterrado junto a su gente en las entrañas del cementerio, junto a demasiados cuerpos que habían llenado ese espacio en los últimos tiempos.
Todos los hermanos, y las y los acompañantes asistieron... al igual que Jimin. Él entrelazó sus brazos a los de Eunwoo, apoyándose en el hermano y sollozando silenciosamente sobre él durante toda la ceremonia. Eso me hizo tener que contenerme para no lanzar a Eunwoo sobre la tumba abierta y vaciar la nueve milímetros en su cráneo. Pero incluso un pecador como yo podía respetar el funeral de un hermano.
Jimin estoico durante todo el acto, con los ojos de Eunwoo constantemente observándolo y mientras yo me mantenía observándolo a él. Me resultaba molesto y jodidamente duro hacer frente a sus malditas atenciones sobre mi chico. Y demonios que lo último era cierto, me recordé a mí mismo. Jimin era mío. Sólo tenía que convencerlo de alguna manera que me perdonara. Porque si él elegía a Eunwoo en vez de mí, se iba a derramar sangre... y no sería la mía.
Dos horas más tarde, cuando el anochecer llegó. Nos reunimos en el patio del complejo para el velatorio, con la parrilla encendida, la música a todo volumen sonando por los altavoces, y el licor fluyendo libremente.
Jimin se quedó junto a Seokjin y Soojin, en el único trozo con césped en todo el patio. Los tres estaban unidos como hermanos ahora. Me alegré. Él necesitaba amigos aparte de Eunwoo, jodidamente aparte de él.
Tiempo después, Jimin me echó un vistazo. Sus ojos se clavaron en los míos, pero la calidez que siempre había tenido para mí había desaparecido. La lujuria todavía brillaba a través de su mirada, pero la felicidad y la ternura habían muerto.
Sin embargo, él era todo malditas sonrisas para Eunwoo, ahora que el hermano se veía un poco diferente con su cabello libre sin su habitual pañuelo negro en su cabeza. Mierda, quién sabe lo que su cambio de aspecto inspiraba, pero todos nos dimos cuenta de su cambio ante nuestros ojos. Él hablaba más, socializaba más... enfocándose erróneamente en mi jodida propiedad.
Cinco días. Había pasado cinco malditos días viendo a Jimin entrando al dormitorio de Eunwoo, mientras él se recuperaba de su lesión. Cinco días de sentarme en el pasillo como un maldito acosador, luchando contra las náuseas cuando el muy cabrón lo hacía reír. Y cinco días con las bolas azules, resecas y sin follar. Cristo, ni siquiera me había masturbado. Pero si había bebido un infierno de whisky, lo necesitaba para desahogarme.
Mierda.
Había visto la noche anterior como él y Eunwoo se sentaban en el suelo uno junto al otro en la habitación del hermano, jugando algún patético juego de mesa. Un maldito motorista jugando un juego de mesa. Hades mismo se estaría partiendo el culo de la risa ante la idea. Pero yo no. Eunwoo le estaba enseñando las reglas, guiándolo a través de cada jugada. El rostro de Jimin se iluminaba cuando empezaba a jugar esa mierda por su cuenta, los logros y la victoria en su expresión. Y aunque lo odiara una cosa estaba clara:
Él parecía feliz.
Me sentía morir cada vez que Jimin le dedicaba una sonrisa perfecta. La sonrisa que solía ser para mí. La sonrisa que había ahuyentado, tratando de ser jodidamente bueno pero a la vez estúpido. La sonrisa que había ahuyentado al emborracharme hasta el culo, bebiendo como una maldita aspiradora y metiéndome con Hyuna.
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Hades ‣Kookmin.
FanfictionPecar nunca fue algo tan bueno... Un encuentro fortuito. Un encuentro que no debió haber ocurrido. Hace años, dos niños de mundos completamente diferentes forjan una conexión, una conexión fatídica, un vínculo inquebrantable que cambiaría sus vidas...