Hades ‣Kookmin.

28. Mío (parte 2)

Dios Santo. Eunwoo...

Jimin.

Eunwoo estaba desnudo,  sobre su cama con un chico de cabello negro postrado en su entrepierna. Chupando con entusiasmo su longitud. Mientras él yacía en el colchón, con sus ojos cerrados con fuerza, sus labios ligeramente separados. Y el chico... El chico estaba sin ropa, con su pequeño cuerpo metido justo entre las piernas de Eunwoo, y sus ojos marrones hambrientos mientras se atiborraba de su carne.

Mientras veía la escena conversaciones pasadas corrían por mi cabeza.

–¿Tienes algún chico añorándote en alguna parte, Eunwoo? Había preguntado Soojin.

–No. Nadie en ningún lugar.

–Quieres estar con alguien a quien ames -dije conscientemente.

Eunwoo se encogió de hombros pero pude ver la sinceridad en su mirada.

–No puedo evitarlo. Es la manera en que fui criado.

¡Esto no era correcto! Toda esta escena estaba mal. Eunwoo quería más para él que esto; me lo había dicho. Merecía más que este acto de desesperación. Él quería esperar por alguien a quien amara.

Ese eres tú. Él te ama.

Mi mente me atormentó con pensamientos conflictivos y que me herían. Pero lo ignoré. Sólo había una cosa por hacer.

Irrumpí en la habitación previamente ordenada, ahora salpicada de ropa sucia y botellas vacías de licor por todos lados, y tiré el enchufe del estéreo ensordecedor. Seguía sosteniendo el cable del estéreo en mi mano cuando Eunwoo levantó la cabeza del colchón. Me miró directamente a los ojos, los cuales se abrieron con sorpresa, antes de volver a su estado previamente vidrioso.

El chico de rodillas trató de levantar la cabeza también, pero la poderosa mano de Eunwoo lo mantuvo tomando su miembro en la boca. El chico lloriqueó y comenzó a luchar contra su agarre. Pero Eunwoo sonrió.

Hice arcadas. Este no era el Eunwoo que había llegado a conocer.

Dejando caer el cable, caminé hacia la cama, recogiendo la ropa del chico y sus botas en mi camino. Agarrando la muñeca de Eunwoo, lo separé de la cabeza del chico y él se alejó con un fuerte jadeo. El pequeño me miró con sus ojos llorosos y no pude evitar sentir pena por él.

–Vete -le ordené calmadamente.

Él no dudó. Mi Dios, parecía de dieciocho años, tal vez diecinueve a lo mucho. ¿Qué hacía en un lugar como este? Con hermanos demasiado oscuros y rudos para un chico de su edad.

Eunwoo se levantó enardecido, su virilidad seguía erecta y plana contra su estómago. Aparté los ojos. Ver hombres desnudos no era nada nuevo para mí, los discípulos nunca tenían ropa puesta en los intercambios y estaba acostumbrado a ignorar su desnudez; simplemente trataría a Eunwoo de la misma manera.

El chico estaba ya casi vestido pero Eunwoo con los ojos llenos de furia lo agarró por el brazo tirándolo de vuelta.

–Vete a la mierda, Jimin. El pequeño aquí chupaba mi pene y no va a ninguna parte.