◇ Capítulo No. 1 ◇

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No había nada de especial esa mañana cuando Zee despertó justo a las cinco, después del primer sonido de las campanas del seminario, se persigno frente al crucifijo que estaba sobre la cabecera de su cama, se levanto, se ducho y se vistió.

Cuando escuchó a uno de los monaguillos que ayudaba en la misa de los miércoles, llamándolo desde el otro de la puerta. El padre solicitaba su presencia

Zee abrió la puerta de su habitación y le dijo que ya iba para que no lo apresurara.

Acomodo su cabello y llevo su mano al pecho, experimentando una de las más raras sensaciones que había tenido alguna vez, su corazón latía muy rápido, estaba preocupado de que el padre lo estuviera llamando a su oficina con motivo de ponerle alguna medida disciplinaria por descubrir que la noche anterior había ido a dormir cuando ya pasaba de las nueve de la noche. Sí, eso debía ser, debió haberlo visto mientras trataba de dibujar las estrellas y bien sabía que estar despierto después de esa hora, era casi como un pecado mortal para un seminarista.

A sus ya 25 años estando a punto de ordenarse como sacerdote, Zee debía ser ejemplar. Debía seguir las reglas y resaltar como el mejor de los mejores para que fuese visto como un sacerdote prometedor en el futuro.

Le dio un beso a su pequeño rosario que solía llevar colgado en el cuello, ese era el regalo que su madre le había dado en su último cumpleaños y pensó que le daría buena suerte.

Decidido salió de su habitación, pensando ¿Qué en realidad que podría querer el padre tan temprano?

Camino por un largo pasillo que conectaba los dormitorios a la oficina principal del seminario y una vez frente a la puerta antigua de madera, sintió sus manos sudorosas y se le secaron los labios. Tragó duro ante el miedo y en su cabeza comenzó a organizar una explicación para su gravísima falta de la noche anterior. Sin embargo el padre estaba atendiendo una llamada y con una cálida sonrisa le pidió que se sentara. Los segundos parecieron de pronto largas horas y Zee se estaba impacientando.

-Hijo. Disculpa semejante inconveniente- dijo el padre cuando colgó.

Ahí venía, era seguro que ahora venía el regaño correspondiente. Así que Zee pensó que era mejor adelantarse.

-Padre, lo de anoche...

-Espera, permíteme hablar primero- el padre no parecía estar a punto de darle un regaño. Contrario a eso se puso de pie y se acomodó frente a la ventana de la oficina mostrándose nostálgico y preocupado-. Se trata de un chico.

Zee lo miro sin comprender muy bien a qué se refería y el padre continúo denotando preocupación en sus palabras.

-Lo conozco desde bebe y no se que pudo pasarle, pueda que se trate de una posesión. Aunque la sociedad se ha transformado contradiciendo las leyes de dios, pero ¿Por qué debía ser alguien cercano a mí?

-Yo...- Zee intentó decir algo, pero el padre parecía estar en medio de su propio monólogo. Sus sentimientos parecían ser lo único que importaba ahora.

-Es joven. He tratado de hablar con él y ni siquiera me responde. Zee- ahora lo miraba a él-. Necesito que me ayudes, te has titulado como psicólogo y pensé en ti como mi mejor alternativa, eres joven. Les agradas a los chicos que vienen a misa y has logrado convencer con tus palabras a posibles nuevos candidatos para convertirse en sacerdotes.

Zee simplemente se sintió alagado por la confianza depositada en su persona y le agradeció a dios ser visto de esa manera por la máxima autoridad en el seminario. El padre era cercano al obispo, así que sin duda esto le vendría bien a su expediente. Sonrió sin poder controlarlo y se sintió flotando en el mismísimo cielo. Solo la mano del padre posándose sobre su hombro, pudo traerlo de vuelta a la realidad.

-Hijo. Necesitaré de toda tu ayuda.

-Cuente con ello padre. Si el señor pone en mis manos la posibilidad de hacer algo bueno por usted o por quien sea, lo tomaré como una responsabilidad sagrada.

Y haré lo que sea necesario.

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Y si que harás de todo Zee, todo sea por una buena causa 😏

Aviso capítulos cortos.

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