◇ Capítulo No. 10 ◇

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Saint se encontraba a lado de Zee, apoyando su cabeza sobre su hombro.

-Es un desperdicio susurro.- Zee lo escuchó.

-¿Qué es un desperdicio? Preguntó sintiendo curiosidad.

-Que un hombre tan genial y guapo como tú se convierta en sacerdote.

Zee miro a otro lado, no quería ver a Saint, él no estaba preparado para comentarios como ese. Él no podía y no debía continuar con eso; Saint hablaba por impulso y estaba tan alejado del camino de Dios, él debía de cortar esa cercanía.

Encomendándose al señor con mucha fe, en ese momento había decidido rechazar las petición que el padre le hiciera con respecto a Saint, así que definitivamente esa sería la última vez que se permitiría estar con el castaño de esa forma, tenía que decirle que debía parar, que no podía continuar con ese absurdo juego de seducción.

Él era un seminarista, si... pero también era un profesional en psicología que fue a la universidad y leyó toda clase de libros. No iba a caer en el juego de un niño caprichoso. Tenía que poner los límites necesarios antes de que todo se le saliera de las manos.

-Saint escucha... Yo...

-No, tú estúchame.- Zee fue interrumpido por el castaño.

-Saint acercó su rostro al de Zee -. Yo debería decirte gracias.

-¿Qué? Zee sorprendido de escucharlo.

-Sí, te debo un gran "Gracias" en serio, tú eres tan paciente conmigo, perdón por el beso. No debía haberlo hecho.

-Me alegra que lo reconozcas.- Zee de alguna forma sentía alivió, al escuchar las palabras de arrepentido que salían de la boca del castaño.

-Pero es que...- Saint aprovecho la posición en las que se encontraban para colocarse a horcajadas sobre el pelinegro, haciendo que sus entrepiernas rozaran, rodeándole el cuello con los brazos y apoyando su frente sobre el pecho de Zee.

De inmediato Zee se puso tenso, sintió los dedos de Saint acariciándole el cabello en su nuca y sintió que le faltaba aire-. Me es tan difícil no estar cerca de ti, eres muy atractivo.

-Detente con todo esto. No pienso ceder a tu absurdo juego de seducción.- Zee se sentía molesto.

-Eso es algo que tengo claro.- Saint se removió juguetonamente encima de Zee, mientras le daba una mirada traviesa-. El castaño lo hacia a propósito.

Zee tengo claro que eres un hombre de Dios, pero tu cuerpo reacciona cuando hago esto.

-Justo cuando Zee pensó que Saint lo besaría y tendría alejarlo, sucedió algo distinto.

Sintió la lengua de Saint recorriéndole el cuello, sintió la temperatura y la humedad con movimientos lentos hasta llegar al lóbulo de su oreja donde le dio una leve mordida, para después lamer y alejarse.

¿Te das cuenta? Tu cuerpo se calienta conmigo.- Saint entrecerraba los ojos y hablaba moviendo los labios sobre los del pelinegro, una delgada línea imaginaria era lo único que los separaba y esa línea debía ser la de su cordura. Cordura que mando a la mierda, Zee tomó a Saint de las caderas con demasiada fuerza haciendo que gimiera al roce de sus erecciones.

"Señor, perdona nuestros pecados" suplicaba Zee en su mente cuando el castaño devoraba su cuello, él pelinegro terminó cerrando los ojos y echando la cabeza hacia atrás.

Mientras que sus manos se encontraban bajo la camisa de Saint acariciándole la suave piel de la espalda.

-Saint... Zee gemía el nombre del castaño al sentir sus suaves labios devorando su cuello...

MI DULCE PERDICIÓN Donde viven las historias. Descúbrelo ahora