LOS AMIGOS NO FOLLAN (MITAKE)

17

Realmente le hubiese encantado que las cosas resultaran mejor, o al menos no tan pésimas como terminaron por ser. Lo que debió ser una noche hermosa e importante para ambos culminó en plena tristeza.

Mikey llegó a casa con ayuda de sus amigos, Baji se encargó de conducir el auto de su amigo y los demas lo acompañaron. Le dieron palabras de aliento y el mejor cariño para reconfortarlo a sabiendas de que no era suficiente. Lo dejaron en casa y guardaron su automóvil en el garaje del edificio. La despedida fue un bonito abrazo grupal, ya que al dia siguiente viajaría junto a sus padres a Francia y no los veria en todas las vacaciones.

Aunque faltara alguien en ese abrazo...

Mantenía esperanzas de al menos poder conversar mejor y más tranquilo con Takemichi al llegar al apartamento. Y esas ultimas esperanzas se derrumbaron cuando vio la soledad en la que se encontraba, porque no habia ni un solo rastro de Takemichi.

La preocupación incrementó cada vez más, le habia dejado miles de llamadas que fueron directo al buzón de voz y mensajes de textos sin respuesta. Dolia, mucho. Se odió a si mismo por haber actuado tan precipitadamente aunque... ¿lo fue? Es decir, él sentia la necesidad de decirlo, liberar el sentimiento de su corazon, ¿que habia de malo en eso?

¿Donde fallo? Porque re pensaba cada palabra que salio de su boca y no encontraba algún error.

Estuvo en su habitación, en la cocina, en la sala, incluso frente a la puerta de entrada esperándolo. Tomando café para no quedar dormido, descansando de vez en cuando su pie, paseando por la casa como si fuese un puto museo, llorando incluso en la ducha y ansiando su llegada más que nada.

Pero dieron las seis de la mañana y nadie llegó.

Así el tiempo paso asquerosamente lento, siendo una total tortura para Mikey, que no pudo pegar un ojo en lo que siguio de la mañana. Las siete, las ocho, las nueve.

No fue capaz de preparse un desayuno decente, solo bebia cafeína oscura y amarga. Las ojeras se marcaban mas de lo normal, su cuerpo pedia un descanso pero él luchaba contra sus necesidades, se negaba a moverse de allí hasta que Takemichi llegara.

Y lloró aún más cuando el mediodia pasó, y continuaba sentado esperando. No quiso aceptarlo hasta ese entonces, pero era obvio que Takemichi no volvería. Con un dolor indescriptible en su pecho terminó de arreglar sus maletas.

Comprendió lo que Takemichi queria y no tuvo oportunidad de reprocharle. Vio las maletas de Takemichi listas e intactas justo como las habia dejado antes de salir a la ceremonia de graduación y nuevamente soltó una lágrima.

Llamó un taxi que se encargaria de trasladarlo hasta el aeropuerto, y en el poco tiempo que tuvo se molestó en tomar una hoja para escribirle a Takemichi. En algún momento volvería, y si él no estaba, al menos le dejaria una nota.

Minutos después el portero estaba en su puerta para ayudarlo con las maletas. Esta vez utilizó sus muletas para transportarse. Su cabeza dolía y estaba prácticamente sin energías. Al llegar a la puerta del edificio el taxista esperaba por él.

Cruzo una breves palabras para decirle a donde se dirigía y segundos después estaba sentado en la parte trasera de un taxi, alejandose de su hogar y prontamente de su alma gemela.

Cuando llegó por fin al aeropuerto buscó a sus padres donde le indicaron. El amable taxista lo ayudo con las maletas hasta llegar junto a los señores Sanos.

La señora Sano miró silenciosamente a su esposo cuando vieron a Mikey llegando sin Takemichi hasta ellos. Agradecieron al señor taxista y se encargaron de pagarle, y cuando él se fue Mikey se dejo caer a los brazos de sus padres mientras terminaba de desahogarse en llanto.