Esa primera semana pasó más rápida de lo que me imaginaba. Había logrado coger más confianza con las chavalas que conocí el primer día, habíamos ampliado el grupo de amigas y también había empezado a entablar conversación con algunos chicos. Pero del misterioso moreno de rizos rebeldes, nada. Siempre andaba sentado al final con una actitud desconsiderada pero sin llegar al pasotismo y por lo que pude observar no había hablado con muchos de los compañeros. A mí me hubiera gustado acercarme a él, al menos presentarme y que pudiera contar con alguna persona con la que estar en la clase, no sé, por lo menos que no tuviera que sentarse solo. En más de una ocasión nuestras miradas se habían cruzado y oportunidades para entablar conversación habíamos tenido pero no me atrevía. Con la de chicas monas que había en la clase sabía que no le hacía especial ilusión que fuera yo la que se le acercara. Y ya me había dado cuenta que una le había echado el ojo: típica chica rubia, de ojos claros, melena por la cintura, delgada y con un estilo envidiable y que yo siempre había deseado tener. Es la chica que todo chico le gustaría tener como novia. Por eso teniéndola a ella como principal competidora ni se me pasaba por la cabeza acercarme a él. Pero yo no quería obsesionarme, no quería pillarme por él porque sabía que lo pasaría mal, que no iba a ser yo la que saliera ganando. Por ello mis intentos siempre se quedaban ahí, en intentos.
Tenía la pequeña esperanza de que mi suerte pudiera mejorar porque en esa semana me iban a quitar la escayola. ¡POR FINNNNN! La verdad era que la escayola me había estado provocando muchas inseguridades, aparte de la incomodidad incorporada que conlleva y por fin me iba a despedir de ella. Así que ese viernes salí un poco más contenta de la facultad y las buenas noticias del médico sobre la recuperación de mi brazo me animaron un poco más.
Por suerte la primera semana ya había acabado, y sí , seguía viva. Necesitaba desconectar y que mejor para eso que salir con mi mejor amiga. Ella estudiaba en una facultad muy cercana a la mía, por lo que nos veíamos varias veces entre semana, lo cual era un gran alivio, ya que de vernos todos los días en el instituto, pensábamos que no podríamos vernos tanto. Así que cogimos y nos pasamos un sábado entero de aquí para allá: comimos fuera, estuvimos de compras, haciéndonos fotos...lo que siempre solíamos hacer. Ya llegada la tarde, decidimos entrar en HMV donde nos podíamos pasar horas y horas con toda la música, los pósters y todo, adorábamos esa tienda. Estábamos bastante entretenidas mirando unos discos que ni siquiera me di cuenta de quien estaba justo en el estante de enfrente: cuando una de las veces levanté la mirada lo vi allí. No me lo podía creer. No lo había visto ni una vez antes y tenía que dar la casualidad de que me lo tenía que encontrar allí en ese momento. Sí, era Harry, el chico de mi clase. En ese momento cruzamos miradas. Me puse instantáneamente colorada pero mi intención era saludarle, a lo mejor no pararme a hablar con él, y yo ya estaba levantando el brazo para saludarle con la mano cuando él sin ningún tipo de consideración giró la cabeza y se dirigió hacia la puerta del establecimiento, dejándome con el brazo a media altura y una cara de idiota que se me veía a kilómetros. No me lo podía creer, me había quedado totalmente planchada, no podía reaccionar. Mi amiga intentó que volviera a la Tierra agitándome los hombros:
- Julia, eo, ¿sigues aquí? ¿me explicas quien era ese y que acaba de pasar?
Conseguí salir de mi trance ya que poco más y Alex (mi amiga) me deja sin hombros.
- Eeeeeeeh vale, ¡tranquila, te explico! ese que estaba aquí hace un momento es Harry un chico de mi clase que acaba de pasar de mi como de la mierda ¿lo has visto no?
-Vale, respondió mi amiga, ahora tengo dos preguntas. Uno ¿Qué coño se cree ese? y dos ¡¿Por qué no me has hablado de él?! ¿Hola que tal desde cuando hay guapetones así en tu clase no me lo has dicho?
- ¿En serio ahora me vas a venir con que no te he hablado de él? Iba a hacerlo y es más, si se hubiera parado te lo hubiera presentado, pero como ya has podido comprobar el chaval es poco comunicativo.
- Ya, pues más te vale que le pongas las cositas claras y no dejes que te toree, porque por la cara que se te ha quedado me apuesto lo que sea a que te mola.
- ¿Él? ¿Estamos hablando del mismo capullo que ahora mismo me acaba de quitar la cara para no saludarme? Por mucho que él me haya estado viendo toda esta semana con escayola, no creo que eso me haya producido un cambio radical para ni me haya reconocido. Y no , ni de coña. Paso de las tonterías de niños como este.
- Claaaaro Julia, como si no te conociera. Que esa carita solo se te queda cuando alguien te gusta o cuando has visto a Zac Efron. A mí no me engañas.
Me llevé el resto de la tarde intentando convencer a Alex de que Harry no me gustaba, y desde luego después de lo de esta tarde había caído mucho para mí. Vale que no hayamos hablado, bueno, lo máximo que nos hemos dirigido la palabra ha sido para un "en este folio por tu nombre y pásalo" o un "¿que pongo primero mi nombre o mi primer apellido?". Pero, en fin, no pido que me saludara efusivamente pero la menos con un movimiento mínimo de cejas me hubiera conformado para que al menos me hubiera dado cuenta de que él sabía que yo existía.