Capítulo 18

243 43 12
                                    


La cena continuó lo más calmada y agradable, al final pedimos un postre para ambos, consistía en un brownie con helado de vainilla sobre él y caramelo derretido, una verdadera delicia.

Cuando creímos pertinente irnos al pelotón lo hicimos, pues era pasada la media noche y se suponía que yo debía estar en pie antes de las 5:00, fue lindo lo elegante que se veía ese hombre con el simple gesto de ayudar a acomodar mi abrigo, sin duda había sido una hermosa cita.

Cuando subimos al auto y al ver sus dedos tamborilear contra el volante, sus venas marcadas, sus piernas ligeramente abiertas y su característico labio inferior atrapado entre los dientes no pude evitar apretar mis piernas y no como un auto reflejo por sentirme cohibida, sino porque en efecto debía calmar de alguna forma el fuego que había comenzado a crecer en mi abdomen bajo.

Llegamos y ni siquiera lo noté pues estaba más concentrada en el calor repentino que me había comenzado a subir de entre mis piernas.

-Te acompañó hasta tu cuarto- sabía que lo había dicho con todas las intensiones de mostrarse como un caballero pero justo ahora, en este preciso momento solo pude malinterpretar sus palabras, cuando por fin me hice entender a mi misma que estás habían sido dichas con todo menos malicia asentí sintiéndome algo abochornada.

El camino fue silencioso, de pronto parecía que había crecido un enorme árbol que nos dividía y que a medida que avanzábamos un paso nos lanzaba un poco más lejos, quizás notó mi bochorno porque con lo húmeda que estoy podría jurar se notaba en mi forma de caminar, o quizás solo soy paranoica.

-Gracias por tan maravillosa noche- dijo cuando llegamos a mi puerta.

-Lo mismo digo, espero repetir- que deje de tocarse el cuello por favor, porque si sigue así no aguantaré. Sus manos tienen la medida exacta para ahorcarme mientras me toma.

Acercó su cuerpo al mío con lentitud y agradecí enteramente que era tarde y que no había alguien en los pasillos.

Dejó solo un pequeño beso en mi mejilla que aunque me hizo botar el aire contenido por la infinita decepción que atravesó mi cuerpo, aún así, su cuerpo pegado al mío, con ese olor exquisito y ese tacto imponente me hizo regodearme por solo eso.

-Se que es nuestra primera cita- acomodó mi suelto cabello tras mi oreja y dejó que percibiera su helado aliento justo en mi oreja izquierda. -Pero me encantaría besarte- juro que cuando escuché esto, con el tono tan bajo como el que lo dijo, con sus manos sobre mi, porque la que se encargó de acomodar mi cabello nunca abandonó mi cuello y la contraria había tomado mi cintura, también estaba su cuerpo el cual se encontraba tan pegado al mío que me hacía imposible la tarea de no lanzarme a su boca.

-No creo que halla pecado en un beso- y si lo hay prefiero arder junto con mi cuerpo porque justo así me sentía en ese momento.

La corta distancia que nos dividía fue acortada por ambos, por el desespero de ambos más bien. El beso era algo extraño, diferente sería la expresión correcta. Pues a pesar de que estaba esa lentitud y paciencia, aún así era profundo y deseoso, intenso y fuerte. Era todas esas cosas combinadas.

Mis manos estaban en su cadera no encontrando donde más estar y me vi a mi misma apegándolo tanto a mí que acabamos estampados contra la pared frente a mi dormitorio.

Sus dos manos se encontraban en mi cuello dirigiendo la intensidad del beso y la fricción que se generó entre ambas caderas fue nuestra perdición.

Su mano derecha fue a mi nuca y la izquierda se encargó de bajar hasta mi trasero y acunarlo con tal posesión que juraría me reclamó como suya en ese preciso momento. El gruñido que soltó me hizo saber que así era.

Estaba ardiendo, ambos los estábamos porque cuando su cuerpo continuó con esas deliciosas fricciones entre ambas intimidades me hizo romper el fogoso e intenso beso que compartíamos para gemir alto y claro.

Su mano se abrió paso bajo la falda de mi vestido y su compañera la ayudó hasta acomodarla en mi cadera.

Su fuerza y agilidad fue tal que una de sus manos se abrió paso entre mis medias y ropa interior hasta tocar directamente la piel de mi intimidad.

Gemí

Lo hice sin pena o reparos.

Me levantó sobre su cadera aún con sus dedos rozando peligrosamente esa parte que añoraba ser toda suya y cuando sentí el primer roce entre su cuerpo, su mano cual recién había introducido dos dedos dentro de mí, y mi cuerpo entendí el porque de la posición.

Embestía con su mano y sus dedos mientras su cuerpo me acorralaba y daba intensidad y empuje dentro de mi.

Era una delicia

Me sostuve de sus hombros y su boca volvió a tomar la mía para morderla y chuparla con intensidad pero sin llegar a lastimarme.

Introdujo un tercer dedo y su pulgar comenzó a tocar sin reparos mi clitoris, cerré los ojos y arqueé mi cuerpo todo lo que la posición me permitió cuando me sentí acabar.

Mis piernas temblaban cual gelatina y mi entrepierna chorreaba en demasía.

¡Park Jimin me volverás loca!



Te traigo antojo amante número uno 😮‍💨


.

Tentación Donde viven las historias. Descúbrelo ahora