CAPÍTULO XXXV - QUE TENGAS DULCES SUEÑOS.

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MAX

—Maxi — la odiosa y chillona voz de Valentina me sacan de mis cavilaciones inmediatamente cuando salgo del ascensor.

Trato de ignorarla pero me vuelve a llamar.

—¿Pasa algo? —pregunto impaciente cuando llego a dónde se encuentra al lado de una de las columnas del estacionamiento.

—Solo quería saber si podríamos ir a tomar una copa— se acerca a mí, yo tengo las mano en las bolsas del pantalón, entonces sin previo aviso me pasa las manos por el pecho, estoy a punto de decirle que no me toque cuando del ascensor sale Mein Schönes Kätzchen y nos mira, su rostro es inexpresivo no demuestra nada, tal vez está fingiendo o quizá en verdad no le importa, nunca me ha celado, aunque yo me muero de ganas porque lo haga, quiero sentir que le importo que tiene miedo de perderme, así como yo temo perderla.

—No me toques — la sostengo por las muñecas para detener su camino, el cual se dirigía al sur de mi cuerpo.

—¿Por qué? — Habla con voz mimada — tu y yo podemos pasárnosla muy bien, los dos desnudos en el jacuzzi de mi departamento, mientras me encargo de que te sientas bien y lo disfrutes. Puedes hacer conmigo lo que quieras.

—Entiende — me acerco más a su rostro y la miro a los ojos — no me interesas, no quiero hacer nada contigo, no me provocas nada, ¿No te ha quedado claro? En todos tus intentos no has logrado despertar una mínima erección, así que déjame en paz.— espeto lacónico.

El rostro se le desfigura por la ira, se zafa de mi agarre en sus muñecas y trata de empujarme, pero apenas me mueve.

—Prefieres a esa estúpida — grita, Laura no perdió tiempo en nada — que conveniente para ella, cómo Matías no le hizo caso, decidió atraparte a ti y tu cómo idiota caíste.

—Ese no es asunto tuyo  — digo en tono amenazante — y más te vale cuidar tus palabras, porque  si me entero que abres la boca de más, yo me encargo de que te corran y no te vuelvan a contratar en ningún otro lugar.

La cara se le pone roja y bufa de ira. Se da la vuelta y se dirige a su auto, escucho que lo enciende y yo me encamino hacia el mío, esperando interceptar a Mi Emilia.

Antes de llegar a mi auto veo que está hablando con un hombre, el tipo es más  bajo que yo pero más alto que Kätzchen, de piel un poco morena, cabello negro y barba incipiente.

No puedo ver la cara de Kätzchen pues el tipo la eclipsa con su escuálido cuerpo, inmediatamente siento los celos bullir pero confío en ella,  seguro es un amigo o conocido, aunque por otra parte están esas flores que recibió hace un momento y me pregunto si tienen que ver con él, me debato entre acercarme un poco más para escuchar la conversación o irme y esperar a que ella me busque o buscarla más tarde yo.

«No seas posesivo y celoso, ella confía en ti» me repito a mi mismo pero no confío en ese hombre, algo en él no me gusta y cuando veo que se mueve hacia un lado y la sujeta fuertemente del brazo y ella hace una mueca, decido que tengo que intervenir, no voy a permitir que un imbécil la trate así.

—Más te vale que la sueltes — no soy consiente de cómo llegué hasta ellos  — imbécil.—el tipo es tan bajo que tengo que tener cuidado de no pisarlo, pues no quiero manchar mis zapatos con suciedad de perro.

—Y tú quieres eres — la suelta y ella se soba el lugar de donde la sostenía.

Pensé que estaría asustada, pero en su lugar la veo enojada y mira al imbécil con furia.

—¿Estás bien? — me dirijo a ella ignorándolo a él.

—Si

—Ya veo —interviene el imbécil — no perdiste el tiempo, estrellita.

PUDE HABER SIDO YO [+18] COMPLETA ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora