Valencia, España.
Oliver.
12 años.
Tallo mis ojos un momento cuando siento de nuevo la molestia en ellos, intento de nuevo leer el libro en mis manos pero las letras se ponen algo borrosas y dobles, suspiro con cierta frustración ante lo que ocurre con mi vista antes de cerrar de manera abrupta el libro, me dejo caer en el respaldo del sofá, coloco un brazo en mi rostro.
Cierro mis ojos para tomar una pequeña siesta para aclarar mi vista un poco, pero un grito en la planta baja de la casa, me lo impide.
—¡Oliver! ¡Cariño, ven aquí!
Me es imposible evitar que una sonrisa no se forme en mis labios al escuchar el grito de mi madre, dejo el libro encima del sofá colocándome sobre mis pies, para salir de mi habitación con paso apresurado y emocionado hacia la cocina, dónde mamá suele pasar la mayor parte de su tiempo luego de ayudarme a hacer la tarea del colegio.
Detesto el colegio.
Todos se burlan de mí y no entiendo por qué, he tratado de ser amable con todos, pero aún así, se burlan de mí porque soy algo torpe con ciertas cosas.
No es mi culpa.
Es que a veces no logro distinguir ciertos objetos a larga distancia o incluso algunas veces, a una más corta y algunas palabras del libro las veo dobles e incluso llega a dolerme la cabeza cuando fuerzo a mí vista a que se enfoque mejor.
Tal vez deba hablar con mamá, seguro ella tiene una solución para mí problema y que todos dejen de burlarse de mí.
Siempre tenía una solución para los problemas, no importaba de qué tamaño era, pero siempre conseguía hacerlo con una sonrisa en su rostro. Sacudo mi cabeza para pintar un sonrisa en mis labios para entrar a la cocina.
—¡Feliz cumpleaños, Oliver!
Doy un pequeño brinco cuando escucho varias exclamaciones al unísono de mi madre y varios empleados de la casa, no puedo evitar que mi sonrisa se ensanche al ver mi madre, Agripina Sandemetrio, sosteniendo un pastel en sus manos antes de que arrodille a mí frente y con su habitual sonrisa, me bese la mejilla.
—Feliz cumpleaños al niño más guapo del mundo.
Río por lo bajo.
—Eres la única que me ve guapo, mamá.
—Estoy segura que todas las niñas del colegio, piensan lo mismo que yo.
Me abstengo a hacer una mueca de desagrado ante sus palabras, si supiera que todas las niñas huyen de mi presencia como si fuera la peor de las pestes y cada vez que intento congeniar con una de ellas, solamente se burlan de mi por la torpeza que poseo.
Es mejor si no le digo eso, es capaz de cambiarme de colegio de nuevo con tal de que no sufra más burlas de los niños.
Fuerzo una pequeña sonrisa a mamá, quién no deja de sostener el pastel en sus manos con las velas encendidas.
—Si, seguro, mamá.
—Eres especial, Oliver. Nunca olvides eso.
Especial.
Soy torpe con todo lo que toco, ¿que tiene eso de especial? Exacto, nada. Pero, no quiero arruinar el momento feliz con mamá que le ha puesto empeño a hacer un mejor día por mi cumpleaños.
—¿Entonces, cariño?— su voz me saca de mis pensamientos— ¿Pedirás un deseo?
Asiento levemente antes de volver a sonreír mientras pienso un deseo de cumpleaños, hasta que lo encuentro y miro fijamente las velitas encendidas del pastel.
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Extras
General FictionBienvenidas a un mundo adverso en donde podrán verse momentos diferentes e icónicos de todos los personajes del Angieverso, posteriormente a la finalización de sus historias. Momentos para llorar, recordar, amar e incluso reír que no se vieron y alg...