Moscú, Rusia.
25/01.
El choque de floretes resonaba hacia algo de eco en el gran salón de entrenamiento, mientras que dos esgrimistas caminaban en círculos uno frente al otro, buscando un punto débil de uno de los dos para volver atacar y marcar la victoria final del último duelo de los tres a los que ya se habían enfrentado con destreza y audacia.
Hacía falta un sólo toque por parte de los dos, y se marcaría la victoria final para uno de los esgrimistas dentro de ese gran salón, compitiendo como si su vida, reputación y poder dependiera solamente de este momento en particular.
Sin embargo, ambos esgrimistas conocían perfectamente cada una de las tácticas, movimientos y pensamientos uno del otro, era una competencia estrictamente reñida entre ambos, cuando se conocían mejor que nadie al momento de atacar.
Muchas personas podrían creer que se debía a la naturaleza de su conexión, sin embargo, ambos sabían que no se trataba de la conexión de hermanos que poseían al ser gemelos, pero las personas no podrían estar más que errados por esa suposición de aquellos que temían escuchar tan siquiera sus nombres.
No se trataba de su conexión de hermanos, se trataba del hecho de que ambos pensaban como una sola persona. Compartían el mismo pensamiento, tácticas, comentarios, sugerencias, opiniones y un sinfín de cosas que hacían a los hermanos los hombres más temidos hasta el momento dentro de las generaciones de su familia.
La única manera de poder diferenciarlos, era mirándolos a los ojos, mismos ojos que mostraban una oscuridad y fuego capaz de destruir todo aquello que alguna vez amamos con una sola mirada conjunta por parte de ellos.
Nadie era capaz de mirarlos a los ojos, a menos que buscaran una muerte menos segura.
Ambos esgrimistas no dejaban de dar vueltas en círculos, mientras que agitan sus floretes en movimientos certeros que cortaban el aire, y se miraban con desafío a través de las caretas negra y roja que protegen sus rostros para evitar un daño irreparable, pero que marcara la victoria solamente de uno de ellos.
Ninguno de los dos toleraba perder, eran demasiado competitivos, y la palabra << fracasar >> no formaba parte de su vocabulario. Los entrenaron para siempre ser los ganadores, nunca los perdedores.
Independientemente de los lazos que los unían.
El mayor de los hermanos, vestido con su caterético uniforme negro de protección, hace un movimiento rápido de florete que corta el aire en dirección a su hermano menor, aunque fuera por cuestión de minutos.
El esgrimista de uniforme rojo como el fuego, bloquea rápidamente su ataque para regresarle el golpe en dirección a la séptima área de su traje, pero su hermano logra bloquear su ataque con un movimiento rápido de su muñeca antes de que dé dos pasos hacia atrás para volver atacar.
Comienzan a moverse por todo el salón atacando, bloqueando y esquivando cada uno de los golpes del florete, sin la demostración de algún indicio de cansancio por parte de uno de los dos, mientras que la música clásica resonaba en todo su esplendor a pesar del choque de los floretes.
Los dedos de la violinista que proporcionaba ambiente a la sesión de esgrima, se movían con más rapidez, aumentando la velocidad al ritmo de "Winter I: Allegro non molto" perteneciente a la orquesta de las Cuatro Estaciones compuesta por Vivaldi, la sonata favorita de todos los miembros de la familia que tenían un gusto por la música clásica.
A medida que la sonata aumentaba su nivel de complejidad y sonido, los movimientos de los hermanos comenzaron a ser más rápidos y precisos en una búsqueda desesperada de marcar al ganador de este duelo, pero ninguno estaba dispuesto a perder.
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Extras
Algemene fictieBienvenidas a un mundo adverso en donde podrán verse momentos diferentes e icónicos de todos los personajes del Angieverso, posteriormente a la finalización de sus historias. Momentos para llorar, recordar, amar e incluso reír que no se vieron y alg...