Las nuevas esperanzas I

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Aquella mañana me desperté sin ganas de ir a clase, como me llevaba pasando desde que salí del hospital, no quería más miradas tristes o compasivas, no necesitaba que la gente me prestara más atención de la que necesitaba y mucho menos necesitaba aquellas personas con miradas vacías que me preguntaban como estaba, tan solo por quedar bien con el resto del mundo. De repente escuché aquella voz que siempre me salva de mis pensamientos más oscuros, la luz que ilumina mi salida a la realidad y de las únicas personas que siempre han estado a mi lado desde que nací, mi mejor amigo Kōshi Sugawara, o como yo lo llamo Suga.

-Buenos días dormilona- Suga sonrió y abrió las cortinas, dejando entrar los primeros rayos de sol- Te he traído el desayuno.

-Suga sabes que te quiero más que nada en este mundo, pero son las 6:00 am y las clases no empiezan hasta las 9:00- dije inflando un poco los cachetes y volviendo a meter mi cabeza bajo las sabanas.

-Hebi, hoy es un día muy importante y necesito tu sabiduría como jugadora de vóley- dijo con los ojos llenos de luz

- Exjugadora de vóley- Suga me miro con ojos serios- ¿y porque es un día tan importante? -pregunte

-Hoy entran los nuevos integrantes del club y tengo la sensación de que será un gran cambio- dijo con ilusión.

-Y crees que me puedes sobornarme con un par de bollos-me levante de la cama, mientras caminaba hacia la cocina donde el peligris había dejado la bolsa- sabes que no soy fácil de sobor...-

No puede verle la cara, pero sabía que mostraba una de sus sonrisas malvadas, esas que solo yo y su círculo más cercano cocinan, este chico me conocía demasiado bien y sabia que no me podía resistir a las cañas de chóclate rellenas de crema, que su madre hacía con tanto cariño.

-Está bien, lo hare además soy la manger de este equipo y es mi obligación- dije auto convenciéndome, de que aquello era una buena idea, mientras le daba un gran bocado a aquella caña

-Lo sabía, eres muy fácil de sobornar- dijo mostrando una sonrisa amable.

Después de desayunar, me puse el uniforme y nos encaminamos, como hacíamos siempre hacia nuestro punto de encuentro con el resto de integrantes de nuestro pequeño grupo. Suga y yo éramos vecinos ya que así lo quisieron nuestras madres, que también eran mejores amigas, por eso el y yo éramos prácticamente hermanos. Mientras esperábamos, una pregunta me saco de mis pensamientos

-¿Cómo vas con Daichi, sigue siendo incomodo?- me pregunto el peligris y antes de que pudiera responder a aquella pregunta, apareció un joven alto y moreno con fuertes brazos, también conocido como Daichi Sawamura el capitán del equipo de vóley del Karasuno o mi ex. Nuestra relación no estaba en su mejor momento, pero al cortar decidimos que debíamos dejar todo aquello de lado y seguir siendo amigos ya que yo lo necesitaba y el a mí.

-Buenos días- dijo el moreno con una gran sonrisa y unas notorias ojeras

-Ya veo que tú también estabas impaciente con este día- dije con una sonrisa ladeada- por cierto, bonitas ojeras, hacen juego con tus ojos- y sin decir nada más me encaminé hacia el instituto, mientras este me miraba con mala gana.

-¿Hoy tampoco viene Asahi?- pregunto Suga y Daichi solo negó con la cabeza- cuanto tiempo va a durar esto, es nuestro último año y quiero disfrutar cada día que me queda cerca de mis amigos, cuando se va a enterar que aquello no fue solo su culpa- dijo el peligris inflando los cachetes

-Dale su tiempo Suga, sabes que es muy sensible pero también ama demasiado el vóley como para dejarlo- dijo el moreno con una mirada algo cansada

-Vamos o llegaremos tarde y ahora quiero ver a los nuevos pajaritos- dije, mientras tiraba de las manos de ambos chicos.

La reina sin coronaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora